Preguntémonos por un minuto: ¿Cuál es el objetivo de un Estado que proclama la inclusión del mundo indígena y el respeto a la madre tierra?
Respuesta: Garantizar el “vivir bien”, la igualdad y respetar los derechos de todos los indígenas. Proteger nuestros parques nacionales y llevar adelante planes de manejo que armonicen los desafíos de esos espacios y los pueblos indígenas que los habitan como expresión máxima de respeto a la Pachamama.
Pregunta: ¿Cuál es el objetivo de un Estado que quiere llevar adelante una planificación para el desarrollo que incluya la infraestructura caminera como una prioridad?
Respuesta: Establecer una estrategia de inversión pública en caminos que garantice la vertebración del país, consolidando una red fundamental que responda a nuestros desafíos de integración socio-económica.
Pregunta: ¿Son estas premisas que compartimos todos, incompatibles unas con otras?
Respuesta: No, no solo no son incompatibles, sino que son complementarias.
Realidad: Llevamos meses y meses de una confrontación insólita entre el Gobierno y los habitantes del Tipnis con un costo político, económico, social y humano absurdo, desproporcionado e inadmisible.
Podríamos hacer aquí un largo y tedioso recuento de las cosas que se hicieron mal, de mala fe y por razones políticas, pero estaríamos alimentando el fuego de la consciente irracionalidad colectiva en la que el país está empantanado hace ya tantos años que dan escalofríos.
Si creemos en la voluntad de todos de cumplir las premisas filosóficas predicadas por unos y por otros, debiéramos plantear una solución rápida y eficiente que termine este conflicto y sea, por una vez, una lección de futuro que intente cortar de raíz las tensiones de poder que se resuelven en las calles, debilitando cuando no destruyendo a todos.
Un acuerdo que establezca que la construcción de la carretera Villa Tunari San Ignacio de Moxos es una prioridad estratégica para la vertebración del país en el eje norte-sur.
Un acuerdo que establezca que el Territorio Indígena y Parque Nacional Indígena Isidoro Sécure, es uno de los espacios esenciales de la preservación del medio ambiente y un potencial modelo de desarrollo sostenible, que garantice el respeto, promoción y fortalecimiento de los pueblos indígenas que lo habitan.
Un acuerdo que garantice dos cosas. Que la carretera se construirá y que no pasará por el centro del Tipnis, sino que se hará bordeando su perímetro (asumiendo el costo adicional que implica sobre la premisa de que lo que se salva es más de lo que se gasta en dinero).
Que en el futuro el Gobierno se compromete a cumplir rigurosamente las premisas constitucionales en lo referido a la consulta previa en todos los casos que ésta sea un requisito sine qua non para el desarrollo de cualquier proyecto nacional
Que la estrategia de desarrollo a cargo del Ministerio de Planificación y los ministerios de cada rubro que ésta indique, se hará conocer a los departamentos, regiones, municipios y territorios indígenas, se socializará con estos y se llevará adelante un trabajo de común enriquecimiento. La idea de la planificación global se hará horizontalmente entre Estado central (supeditada a las líneas maestras de la planificación nacional) y las instancias autonómicas existentes.
Se dirá que ésta es una ilusa e ingenua expresión de deseos que no responde a la realidad. En efecto, no responde a la realidad porque nos domina una enajenación de partida, que es la de debatir nuestros problemas a partir de premisas vinculadas con el copamiento de espacios de poder, control de geografía y personas que empiezan y terminan siempre por supeditar lo verdaderamente importante a lo verdaderamente mezquino.
Podríamos interpretar también que hay una diferencia radical entre dos visiones de mundo dentro de la comunidad indígena boliviana, lo que pondría en el tapete cuestiones más de fondo que –entre otras cosas- desbaratarían el discurso de cambio y de una filosofía teóricamente superior a la que teníamos antes.
En otras palabras, las dramáticas contradicciones que vemos todos los días en el seno de quienes acuñaron esta tesis, se ven claramente cuando se confronta con su aplicación en la realidad ¿Dónde está entonces el verdadero meollo de este proceso? ¿En la acumulación de poder por el poder mismo o en la construcción de un presente y un futuro distintos y mejores por el que lucharon durante tantos años?
Lo que debemos propugnar es buscar respuestas a lo esencial y demostrar en ellas cuál es nuestra verdadera vocación. La dinámica de generar conflictos, padecerlos y resolverlos, cuando se mira en la distancia, nos permite juzgarnos como sociedad y el juicio es terrible. Hemos convertido la violencia en el instrumento que sustituye a la voz, y hemos destruido la idea del respeto al otro hasta pulverizar la posibilidad de mirar con ojos intensos el alma de aquel a quien en el discurso defendemos.
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