Qué hacer con el TIPNIS
El Gobierno ha demostrado que es capaz de cualquier cosa con tal de salirse con la suya en el conflicto por el TIPNIS. Por las buenas o por las malas, comprando dirigentes, tratando de sobornar a los corregidores, acarreando falsos líderes indígenas, reprimiendo, haciendo acuerdos con grupos dudosos, torciendo las leyes y sobre todo, hostigando moral y físicamente a los marchistas de las tierras bajas, que nuevamente han sido víctimas de la represión en las calles de la ciudad de La Paz, donde se mantienen en vigilia para tratar de impedir que se consume la impostura.
Por su parte, los indígenas parecen decididos a convertirse en el primer sector en llevar el asunto “hasta las últimas consecuencias”, consigna muy trillada en este país lleno de amenazas que terminan siempre en contubernios mal habidos, algo que los operadores gubernamentales conocen muy bien, de ahí que no entiendan la tozudez de los pueblos originarios, cuya reivindicación es seguramente una de las más legítimas y genuinas que se hayan visto en la historia del país.
El Gobierno tiene un interés muy claro y cada vez más sospechoso por la construcción de la carretera a través del corazón del TIPNIS. El presidente Morales se ríe cuando le mencionan otra posibilidad y en reiteradas ocasiones ha dicho que ese trazado se hará sí o sí. De lo que no debe estar seguro es del estado en el que pueda quedar su Gobierno, después que hayan pasado semanas y meses, otro año tal vez, de conflictos, marchas, hechos de represión, vigilias y todos estos capítulos que la población ha presenciado con mucha atención desde que estalló el enfrentamiento.
El empecinamiento gubernamental está cimentado en un exceso de confianza en la fortaleza y popularidad del oficialismo que, curiosamente, se apoya cada vez más en el militarismo, seguros de que las dádivas hacia las Fuerzas Armadas –que han generado malestar en la Policía-, son suficiente garantía para mantener al Gobierno libre de grandes sobresaltos, como los que tanto teme el presidente.
A medida que el conflicto por el TIPNIS se extiende, en medio de muchos otros problemas que también están minando la imagen gubernamental, más y más sectores de la población se unen a la causa indígena. El recibimiento fraterno y caluroso del pueblo paceño se ha transformado en los últimos días en una ferviente defensa de su demanda que, como se vio ayer durante la represión policial, está cobrando tintes de férrea militancia que puede ser contraproducente para la estabilidad política. La Paz siempre ha sido la gran protagonista de los grandes cambios y luchas sociales y en este momento las condiciones están dadas que desate un polvorín.
Haga o no su consulta sobre el TIPNIS y al margen de la decisión final que se tome, la suerte del Gobierno parece estar echada y será peor si es que no logra extinguir por completo la protesta de los indígenas, cosa que parece muy poco probable. No hay duda que los marchistas están dispuestos a seguir caminando y defendiendo sus derechos, tal vez porque se trata de la última oportunidad que tienen de que este país los respete como seres humanos.
Durante la próxima semana, el Gobierno intentará seguramente finiquitar el conflicto, pero obviamente a su modo. Será necesaria mucha habilidad para evitar la violencia que muchos temen.
El Gobierno tiene un interés muy claro y cada vez más sospechoso por la construcción de la carretera a través del corazón del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS). El presidente Morales se ríe cuando le mencionan otra posibilidad y en reiteradas ocasiones ha dicho que ese trazado se hará sí o sí.
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