Quien hoy día tiene el control del poder político dentro del Gabinete ministerial apeló sin duda alguna a las viejas lecciones recibidas en la conocida “Escuela de las Américas” y cuando el mundo en general vivía bajo la bipolaridad, bajo el influjo de esas enseñanzas recibidas se elaboró, planificó y desarrolló desde Palacio de Gobierno toda una estrategia de desprestigio del movimiento indígena movilizado. Esta estrategia consideraba desde el intento de dividir a cualquier precio la marcha de los indígenas del TIPNIS hasta lograr el aislamiento del mencionado movimiento indígena, y de esta manera revertir las decisiones asumidas el pasado año 2011 con relación al proyecto carretero Villa Tunari–San Ignacio de Moxos.
En este propósito los ideólogos de la confrontación echaron mano de todo cuanto se les ocurrió para deslegitimar la marcha de los indígenas, no guardaron reparo en el logro de sus objetivos y es así que recurrieron a la prebenda y la intimidación, aprovechándose en muchos casos de la pobreza o de las debilidades humanas de un contingente quien sabe más vulnerable a ese tipo de prácticas precisamente por la difícil realidad en la que históricamente y casi siempre se han desenvuelto. De ahí que la conducta de permanente acoso hacia los indígenas es repugnante por cuanto no hay conducta más reprochable que aquella que se escuda en el poder político de turno, eso es propio de gobiernos tiránicos o dictatoriales curiosamente denominados como democráticos.
En este contexto es que el actual Gobierno desarrolla e implementa un sinnúmero de ataques en contra de los indígenas con el claro propósito de desconocer sus conquistas alcanzadas, extraño proceder del Gobierno que casis a diario le repite al mundo que es un Gobierno de cambio y transformación. Esta guerra declarada en contra de los indígenas no es más que una terrible guerra sucia diseñada y aplicada con mucha devoción por parte del poder político. Lo que con seguridad ignoran y desconocen es que este contingente de indígenas ha sido capaz de poner en evidencia a un gobierno que le miente al país, y que precisamente gracias a la movilización de los indígenas del TIPNIS, el Gobierno actual ha mostrado su verdadero rostro, un rostro nada democrático; movilización indígena que al mismo tiempo ha sido capaz de mostrar cómo el Gobierno actual puede llegar y sobrepasar cualquier límite que se le imponga en el marco de la ley.
Mostrando de esta manera y con mucha elocuencia que las garantías y derechos constitucionales, así como las garantías judiciales, están inscritas en un la inseguridad jurídica.
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