Vistas de página en total

lunes, 29 de febrero de 2016

Franceso Zaratti físico que es, acude al tema de LIGO sobre las Ondas Gravitacionales confirmadas en febrero y al 21F que negó a Morales su repetición en el cargo de Presidente después del 2019.

El mes de febrero de 2016 quedará en la historia universal por dos grandes descubrimientos: que Albert Einstein tenía razón acerca de la existencia de las ondas gravitacionales (OG) y que Evo Morales estaba equivocado acerca de cuánto lo sigue queriendo el pueblo boliviano, después de una década en el poder.
En ambos casos se llegó a esa conclusión mediante un experimento: LIGO (Laser Interpherometer Gravitational waves Observation)  para medir los efectos de las OG y el RCM (Referéndum Constitucional Modificatorio)  para medir el cariño popular. A la base de los dos experimentos había sendas teorías: en un caso, la Relatividad General de Einstein y la Teoría de la Incombustibilidad del Líder, por el otro. Ambas teorías estaban respaldadas por indicios: astrofísicos, relacionados con efectos de las OG, por un lado, y, por el otro, políticos, con base en bonos sociales a mansalva. En ambos casos el resultado se zanjó por pequeñas diferencias, de recorrido de las ondas y de votos válidos. Si Einstein suponía que todo campo debía producir ondas, Evo estaba convencido de que otro campo le aseguraba la victoria.
Los dos experimentos tuvieron un elevado costo para confirmar lo que hoy sabemos a ciencia cierta. El experimento LIGO en menos de 12 años recibió 500 millones de dólares, casi lo mismo que nuestro glorioso satélite TK, con la pequeña diferencia de que el primero producirá casi seguramente un premio Nobel y mucha ciencia nueva, mientras el segundo ... (tarea para el lector: completar la frase). Conocemos el costo de la organización del RCM, pero nunca sabremos su costo real, para las arcas del Estado y los bolsillos de los servidores públicos, de transmisiones en vivo de uno que devora una sopa de pollo de pie, o de otro, cual Maradona plurinacional, que gambetea sin que nadie le pare; sin contar los incontables spots y cuñas que han engordado las cuentas de los siempre más impresentables medios de comunicación paragubernamentales.
En LIGO hubo más de mil científicos y técnicos trabajando día y noche para hacer realidad el sueño de Einstein. En el RCM un ejército de funcionarios y activistas a sueldo trabajando para destruir el sueño de dos personas de perpetuarse en el poder.
El resultado, positivo en un caso y negativo en el otro, fue posible gracias al uso de técnicas novedosas.
LIGO logró afinar los interferómetros laser hasta medir diferencias mucho menores que el diámetro de un núcleo. La oposición al “binomio” afinó el uso de las redes sociales (RRSS) para interferir la masiva, insulsa, obsesiva y ofensiva propaganda oficialista, con reprochables destapes a veces, pero sobre todo con ironía, sarcasmo y mucha creatividad. Más que preguntar cuántos votos ganaron para el NO las RRSS, habría que contar los votos que hicieron perder al SI las mismas.
El experimento de las OG tuvo también críticos y escépticos. Aparentemente también en el Gobierno hubo voces contrarias a la aventura del RCM; no fueron escuchadas y ahora reclamarán las cabezas de los “operadores” de la derrota a manos de una oposición variopinta, unificada por el creciente autoritarismo  del proceso.
En especial, destaco la presencia de una juventud del NO que brilló, no sólo en las RRSS, por su creatividad, dedicación y fe en la causa; muy distinta a la del SI, anónima, aburrida y agresiva que parecía reducir su actividad al horario de trabajo.
En fin, ambos experimentos han forjado nuevos retos. LIGO ha abierto la mente de la humanidad a otra manera de ver y sentir el Universo; el RCM a otra manera de ver y escuchar al pueblo boliviano.  Dios quiera que el referéndum sea el remedio eficaz contra la crónica sordera política de nuestros gobernantes.

reclama El Deber porque hasta ahora el ingreso de Bolivia a la siderurgia está otra vez, siendo aplazado. la agricultura afectada por el clima y las importaciones por la política cambiaria, hay un freno a la producción y el empleo. hora es de regresar y trabajar por la economía que se ha puesto muy delicada.

Pasado el referéndum, los bolivianos ya saben quiénes no serán candidatos en 2019. Por lo tanto, es preciso doblar la hoja y observar lo que está pasando en el país, sobre todo en el preocupante panorama económico, que fue descuidado en los largos días de campaña. Las cosas se han complicado y hacen falta políticas y soluciones para cada uno de los sectores de la economía que muestran deficiencias.

El déficit de la balanza comercial del año pasado llegó a $us 800 millones y es probable que este año siga creciendo, a juzgar por la tendencia de las exportaciones a decrecer y de las importaciones a crecer. El déficit fiscal sigue aumentando y el propio Gobierno calcula que llegue al 7% del PIB en esta gestión. En la industria petrolera habrá que confirmar, contratando para ello a empresas especializadas, los supuestos hallazgos de nuevas reservas de gas natural de los que se informó con entusiasmo durante la campaña. Si las empresas verificadoras de reservas dijeran que, en efecto, las reservas han crecido un 40%, el país tendrá motivos para festejar, sobre todo porque podrán seguir las exportaciones sin peligro de que el gas se acabe.

El muy demorado ingreso de Bolivia a la era de la siderurgia fue aplazado nuevamente durante la campaña porque era preciso, según dijo el ministro del ramo, someter a ulteriores investigaciones a la empresa china seleccionada para explotar Mutún en vista del desprestigio que envuelve a todas ellas por el conocido escándalo en las altas esferas de la política. Las exportaciones mineras con destino a EEUU cayeron un 54% en 2015 y podrían seguir cayendo este año debido a los bajos precios. Las empresas mineras estatales están con situaciones de déficit, que probablemente ahora sean expuestas a la opinión pública, preferiblemente con la exposición de los planes para resolver el problema.

La agricultura está afectada por el clima, por los precios y por las importaciones ilegales que copan el mercado interno debido a las políticas cambiarias de los vecinos que no han sido contrarrestadas por el Gobierno nacional por razones, según se dijo, de política fiscal. Los exportadores dicen que esta política les perjudica, lo que se traduce en un freno a la producción y al empleo. Los ministros estuvieron cumpliendo funciones relacionadas con la campaña para el referéndum. Ahora deberán volver a sus actividades y es probable que encuentren repletas las gavetas de temas pendientes. Será preciso que se pongan a trabajar, y con eficiencia, porque las cosas se han puesto muy delicadas en la economía.

viernes, 12 de febrero de 2016

El Deber se refiere a las reservas del gas, insuficientes para suscribir un otro convenio con Brasil, por 20 años como un optimista Evo Morales anunció antes del viaje, después del viaje un Evo pesimista dijo que el convenio se hará siempre y cuando existan las reservas. esta es la cuestión, dura realidad.

El presidente Evo Morales retornó de Brasil con un mensaje que contrastaba con el optimismo que tenía en el momento de partir hacia ese país, sobre la posibilidad de renovar el contrato de venta de gas para el periodo 2019-2039. Dijo, al bajar del avión, que la venta de gas a Brasil se hará siempre y cuando existan las reservas suficientes. Luego aclaró que él está seguro de que esas reservas existen.

Según la carta informativa Siglo 21, “es probable que en Brasil, los funcionarios que debían ver los detalles de la ampliación del contrato de compra-venta desde 2019 hasta 2039 hubieran mostrado que sabían con mucho detalle la verdadera situación de las reservas bolivianas”. 
Sobre esta verdadera situación solo se sabe que, en los últimos meses, el Ministerio de Hidrocarburos informó que las reservas probadas, que estaban en 9 TCF, pasaron a 11 TCF, luego a 13 TCF y finalmente a 17 TCF. El único problema en esta secuencia es que no se ha revelado el nombre de la empresa certificadora que las hubiera medido; solo fue la palabra del ministro revelando que las reservas probadas se habían casi duplicado.

Quizá las dudas brasileñas, que podían estar detrás del tono casi pesimista del presidente Morales, se basen en el hecho de que, con el actual ritmo de explotación, se consume 1 TCF por año. Y resultaría difícil suscribir un contrato por 20 años si las reservas actuales no son suficientes para abarcar ese lapso. De ese cálculo se llega a concluir que las reservas actuales se agotarían en 17 años, siempre y cuando se confirme que son de 17 TCF.

Sobre este tema hay discrepancias. Carlos Darlach, doctor en geología, dice que sería mejor interrumpir ahora las exportaciones, porque de ese modo se estaría privilegiando el consumo interno por más tiempo. Porque, advierte, cuando se acaben las reservas, Bolivia tendrá que importar gas. 

El vicepresidente Álvaro García Linera dice que las reservas probadas son las que están comprometidas para vender, un concepto que se usa en Estados Unidos. Es decir que si nos comprometemos a vender más gas, ya van a aparecer nuevas reservas.

Por el momento, la firma del contrato con Brasil depende de las reservas, aunque en una segunda etapa dependerá del precio que se establezca para la operación, otro tema peliagudo

martes, 2 de febrero de 2016

para nada mencionan la austeridad, los recortes, la eliminación de empresas quebradas, stop a los planes descabellados de derroche y despilfarro, EVOALVAR suenan o creen hacerlo en Agenda 2025 sin ofrecer planes concretos y realistas...no se atreven a mencionar que las gordas pasaron y que los vacas flacas están aquí mismo. la penumbra, la duda, la desconfianza persisten y abortará el 21F en un evento único.

El Gobierno pretende cargarse encima dos procesos políticos al mismo tiempo: uno “revolucionario” y otro de ajuste, de corte conservador.
El primero lo viene desarrollando desde el 2006 con tintes marcadamente populistas y con un alto costo financiero. El segundo es ineludible y pese a que nadie habla de ello, deberá aplicarlo cuanto antes, de lo contrario pondrá en riesgo la estabilidad y la paz social en el país.
Es la primera vez que estamos ante un fenómeno semejante en Bolivia, donde la lógica ha sido siempre una suerte de especialización de los regímenes: mientras que unos se dedican a “revolucionar”, “refundar” y trastocarlo todo, otros son los que deben encarar la reparación de los daños. Es lo que está ocurriendo con Argentina, donde Mauricio Macri está llevando adelante un arduo trabajo de restauración  y es también lo que seguramente se producirá en Ecuador, donde inteligentemente Rafael Correa ha decidido dar un paso al costado justo en el momento en el que aparecen los tiempos difíciles; es lo que pasará en Venezuela, donde se necesita cirugía mayor.
El régimen está anunciando con bombos y platillos un plan de inversiones hasta el año 2025 que contempla algo menos de 50 mil millones de dólares. Los ideólogos aseguran que esta plata tendrá un gran impacto productivo, pero todos sabemos muy bien a qué se refiere el Gobierno cuando habla de producción; es decir, más estatismo, obras faraónicas y cuando mucho, inversión en infraestructura, muy floja en calidad y transparencia. En resumen, más de lo mismo, pues en la última década se han gastado más de 150 mil millones de dólares y el país sigue tan improductivo como antes, más extractivista que en el pasado y con la misma fragilidad frente a la caída de los precios de las materias primas.
Este plan tiene el mismo cariz electoralista que lo hecho desde el 2006 y es casi imposible imaginar a un “proceso de cambio” funcionando alejado del gigantesco derroche y clientelismo que ha estado desplegando a manos llenas gracias al histórico periodo de “vacas gordas”.
Reiteradamente se les exige a los máximos responsables del sector público, ¿cuál es el plan que tienen diseñado para enfrentar la crisis? y responden de manera tozuda que no tienen más que la agenda 2025, cuando en realidad tiene necesariamente que hablar de austeridad, de recortes en los gastos, de eliminación de empresas deficitarias, de interrupción de los planes descabellados que están en marcha y que se comen millonadas y seguramente de la puesta en marcha de algunas reformas para corregir algunos desbalances que se han creado gracias a la política prebendalista vigente.
Este ajuste debe ser iniciado cuanto antes y al margen de la posición que resulte triunfadora en el referéndum del 21 de febrero. Obviamente lo tendrá que encarar la administración que conduce el presidente Morales, quien debe poner a prueba su liderazgo, puesto que ajustar los cinturones siempre ocasiona conflictos sociales. No hay duda que es aquí que cuando se entiende perfectamente que la consulta venidera se convierte en un factor de riesgo de agravar aún más el difícil periodo que debemos enfrentar.
La agenda 2025 tiene el mismo cariz electoralista que lo hecho desde el 2006 y es casi imposible imaginar a un 'proceso de cambio' funcionando alejado del gigantesco derroche y clientelismo que ha estado desplegando a manos llenas gracias al histórico periodo de 'vacas gordas'.