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lunes, 20 de enero de 2014

tres son los baldones de Evo. El Mutún, Karachipampa y Misicuni. Tres proyectos truncados y El Dia se refiere al primero como a "la interminable espera"

En recientes declaraciones emitidas a los medios de comunicación, el presidente Juan Evo Morales Ayma ha admitido que el Gobierno que preside lamenta el retraso del Proyecto Siderúrgico El Mutún. Conviene recordar que la explotación de los yacimientos del Mutún deviene no solo en una promesa electoral, sino también en una de las tareas de gestión más publicitadas, sobre la cual se ha despertado las más elevadas expectativas con justa razón. Por una parte, porque su realización significa la creación de un polo de desarrollo largamente anhelado en el oriente boliviano. Por otro lado, porque una empresa extranjera se adjudicó la explotación con bombos y platillos.

Se supone que los recursos naturales, renovables y no renovables de un país, constituyen una riqueza que debe ser preservada y protegida con inteligencia; asimismo, que esta riqueza debe ser aprovechada a través de una explotación racional y sensata con el objetivo de obtener beneficios a favor de la colectividad nacional. Una evaluación rápida de la situación actual de la explotación de los yacimientos del Mutún, demuestra que se ha ido de tumbo en tumbo y de error en error. Las poblaciones aledañas al Mutún  han tenido que asumir la decepción y el desaliento. La espera por el polo de desarrollo regional y la industrialización del hierro se ha hecho interminable.
 
La constatación que exportamos el hierro como materia prima e importamos material de construcción en forma de hierro elaborado ha chocado al Primer Mandatario. Lo cierto es que la industrialización del Mutún sigue esperando, ya por la vía estatal, la Empresa Siderúrgica del Mutún (ESM), que no termina de despegar, o por la vía privada que permanece estancada y sin perspectivas. La apresurada adjudicación de la explotación e industrialización del hierro a la empresa Jindal Steel Bolivia constituye un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas. En esa línea, el país vería con buenos ojos que los próximos inversores extranjeros estén revestidos de la capacidad y recursos necesarios.
 
Ha trascendido que varias empresas chinas llegarían al país para hacerse cargo del hierro del Mutún, en el marco de la cooperación bilateral chino-boliviana. Los yacimientos de hierro, en Puerto Suárez, del departamento de Santa Cruz, alcanzan a setenta y cinco kilómetros cuadrados, de los cuales 37.5 kilómetros fueron adjudicados a la ESM y la otra mitad está destinada a las próximas empresas que deseen invertir en este rubro. En otras palabras, si la parte estatal todavía no ha arrancado como se esperaba con la industrialización del hierro, resulta obvio que habrá un compás de espera para que los futuros inversores privados asuman esta tarea donde les corresponde.
 
Resulta oportuno señalar que a estos les espera un contexto diferente al que rodeó a Jindal. Con la nueva Ley de Minería de septiembre de 2013, donde se reemplaza el riesgo compartido por los contratos de asociación, la participación estatal en ningún caso será inferior al 55 por ciento de las utilidades. Por otra parte, deberá resolverse el problema del traslado de los frutos de la producción hasta los puntos de exportación, aspecto que hasta hoy constituye un quebradero de cabeza. En todo caso, que el Gobierno admita el retraso de la industrialización del hierro constituye no solo un paso adelante, sino el aliciente para que la larga espera por el Mutún deje de ser interminable.
En todo caso, que el Gobierno admita el retraso de la industrialización del hierro es un paso adelante, y un aliciente para que la larga espera por el Mutún deje de ser interminable.

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