Pese a que tanto se habla de soberanía energética, Bolivia tiembla cada vez que hay algún anuncio que llega del exterior. Hace poco temblábamos con la idea de que Brasil no renueve el contrato de compra-venta de gas que finaliza el año 2019, pero, aunque sea “por lástima”, como decía Lula cada vez, nuestro vecino gigante seguirá siendo el principal cliente, tal como lo han anunciado ellos mismos.
Pero las preocupaciones no cesan y esta vez los malos augurios llegan de Argentina, donde el secretario de Energía, Daniel Cameron, ha dicho que su país comenzará a reducir las importaciones de gas el 2015 y tal vez llegue a ser autosuficiente el año 2022.
El anuncio podría ser una pésima señal para las inversiones que requiere casi con desesperación el sector de hidrocarburos boliviano y mucho más todavía con la demora que está experimentando la construcción de un nuevo gasoducto que debe conectar al país con las provincias del noreste argentino, con la posibilidad de elevar de 15 millones a 26 millones de metros cúbicos de gas diarios.
De confirmarse el anuncio de Cameron, Bolivia no tendría más remedio que recurrir a Chile para ampliar su mercado o en último caso (que es el caso) ampliar el mercado interno, atendiendo a los más rezagados como el Mutún, las cementeras y otros que vienen esperando desde hace años. El otro problema va a ser la platita, no solo para costear el “proceso de cambio” sino para comprar el diésel y la gasolina que cada vez escasean más.
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