Es tan urgente la necesidad de revertir la tendencia actual, que sólo cabe esperar que con visión autocrítica se abra el camino hacia una reconducción
Una serie de noticias, algunas provenientes de países vecinos y otras del nuestro, han vuelto a poner en primer plano de la agenda pública nacional las dudas sobre el futuro del sector hidrocarburífero de nuestro país. Y como ya es habitual, dados los antecedentes del caso, de nada han valido los esfuerzos hechos por el presidente interino de YPFB para transmitir algo de tranquilidad, pues los datos que dan motivo a las preocupaciones son mucho más elocuentes que las expresiones de buenos deseos.
Las noticias provenientes del exterior a las que nos referimos son principalmente las que llegan de Argentina y Brasil, países que han dado contundentes pruebas sobre su decisión de aumentar su producción propia de gas, de modo que en un futuro no lejano puedan prescindir del gas boliviano. Y si bien es probable que no esté en sus planes dejar de comprar pequeños volúmenes, lo que está fuera de toda duda es que si sus proyectos tienen éxito podrán imponer, cuando llegue el momento de renovar los contratos, condiciones mucho más ventajosas para ellos, y por consiguiente desventajosas para Bolivia, que las actualmente vigentes.
El motivo principal de la agilidad con que Argentina y Brasil se mueven para romper su dependencia del gas boliviano es que sus respectivas autoridades del sector energético temen que en un futuro no lejano a YPFB le sea imposible cumplir los compromisos contractuales ya adquiridos y mucho menos asumir unos nuevos que garanticen los volúmenes requeridos por sus propios mercados.
Muy relacionada con esas circunstancias externas está la relativa pequeñez y lentitud de los resultados de los esfuerzos que hace el Gobierno nacional para atraer los grandes volúmenes de inversiones que hacen falta para revertir esas tendencias negativas. En efecto, y a pesar de lo generosas que ahora son las condiciones que se ofrecen a las empresas transnacionales del rubro, éstas no dan suficientes señales de interés, pues a la incertidumbre generada por las políticas vigentes desde 2006 se suman ahora las dudas sobre el futuro de los actuales mercados de exportación.
Felizmente, durante los últimos tiempos el Gobierno ha dado algunas muestras de una mirada autocrítica tan necesaria para enmendar los errores cometidos, y aunque muy lenta y tímidamente, empiezan a verse las primeras señales del tan esperado retorno de las inversiones extranjeras. Entre ellas se destacan los cinco contratos de exploración firmados hace pocos días por YPFB Corporación con British Gas (BG), Petrobras y YPFB Chaco, que si bien mejoran en algo el panorama, están muy lejos aún de cerrar la distancia entre los montos requeridos y los invertidos.
Siendo esa la situación, y tan apremiante la urgencia de hacer algo al respecto, sólo queda esperar que antes de que sea demasiado tarde las autoridades del sector atiendan las sugerencias de quienes más saben del tema y abran el camino hacia una profunda revisión de la legislación vigente, pues sólo así se podrá recuperar el tiempo perdido y evitar mayores perjuicios.
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