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lunes, 21 de octubre de 2013


mentirosos. falsarios. intrigantes.
de mentira en mentira no pueden salir del embrollo de Chaparina

El Gobierno ha vuelto a cambiar su tesis sobre el caso Chaparina. La primera –recordemos- fue la emulación del clásico tema ranchero mexicano “Yo no fui”, una versión que nació en la sombra del encubrimiento, pero que el vicepresidente, con una aviesa intención de pinchar el globo y levantar sospechas, se encargó de tumbar afirmando que él sí sabía quién (no Sacha por supuesto, porque la idea era precisamente protegerlo) había dado la orden de reprimir a los indígenas del TIPNIS.

La tercera conclusión pertenece al actual ministro de Gobierno, Carlos Romero, quien ha afirmado que nadie en la administración pública boliviana dio la orden de propinar aquella pateadura, lo que convierte a este hecho en un raro fenómeno de la generación espontánea colectiva. Los fiscales y jueces están perdiendo el tiempo, pues este caso debería ser investigado por especialistas en exorcismo, por los estudiosos de los casos paranormales, que descifren cómo es posible que decenas de buses, cientos de policías con sus respectivas cintas maskin, varios aviones, pilotos, vehículos y toda una inmensa logística se muevan solos, coordinen y lleven adelante un operativo al milímetro. 

Eso es para los espiritistas, para los que leen las siete fumadas poderosas y otros adivinos, que de paso podrían averiguar quién se ha robado el cuadernillo de las investigaciones del Caso Chaparina. A lo mejor un duende o algún Hobbit.Penoco.

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