¿Qué hacen Estados Unidos y los países europeos para reducir al máximo la demanda de cocaína? Muy poco. Debieran emprender intensas campañas de divulgación pública de los casi siempre letales efectos del consumo sostenido de drogas
Según últimos datos de organismos especializados en el rastrillaje anual del binomio coca-cocaína, a escala internacional, (la Unodc entre ellos), tan despreciable rubro del narcotráfico más retrocede que avanza.
El número de consumidores de la droga blanca se mantiene alto en América, Europa y Asia. La cifra global es de 19 millones de personas, cantidad que representa el 0,4 por ciento de la población mundial. Estados Unidos, Europa y Australia son los principales mercados de la cocaína. En América del Sur, el mayor consumo corresponde a Argentina, Chile y Uruguay. Y el mal se expande a países de África y Asia.
La oferta responde a la demanda en ascenso con una mayor producción de droga. No restringen este ímpetu las tareas de interdicción del alcaloide y erradicación de los cultivos de coca. Colombia hizo cuanto pudo por disminuir su producción de cocaína (de 700 a 195 toneladas métricas anuales). Bolivia (datos de 2011) redujo en cierto porcentaje sus plantaciones de coca, pero más del 60 por ciento de sus actuales cosechas de la “hoja sagrada” sigue teniendo como destino no el mercado tradicional, sino las plantas elaboradoras del polvo blanco, cuyo tráfago internacional, igual como acontece en el Perú, lo hacen muy bien organizados carteles a través de operadores que establecen en los países productores.
La droga boliviana, igual que la peruana, es la que mayormente satisface hoy la demanda de Europa y ciertos países sudamericanos como Chile, Argentina y Uruguay. La que produce Colombia va a Estados Unidos.
¿Qué hacen Estados Unidos y los países europeos para reducir al máximo la demanda de cocaína? Muy poco. Debieran emprender intensas campañas de divulgación pública de los casi siempre letales efectos del consumo sostenido de drogas.
Esta cruzada de información tendría que asumir intenso rigor en el sistema educativo, donde los adolescentes son los más expuestos a la drogadicción. Y finalmente, debieran radicalizar la acción policial para cerrarle el paso a la droga por sus fronteras y acabar con el micromercadeo del mismo por las calles.
La única manera de acabar con el circuito coca-cocaína es reducir en forma drástica la demanda. Si ésta decae, la droga se desvaloriza y la coca deja de ser cultivo predilecto en las zonas productoras…¿Batalla perdida? Hasta ahora, sí.
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