La declaración de “intangibilidad” para la totalidad del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (Tipnis) sólo puede causar desazón, y es que se trata de una palabra tan ambigua, que en realidad no debería estar en ninguna economía jurídica.
De hecho el trillado “patrimonio intangible” es un concepto a caballo entre el saludo a la bandera y la estupidez. (Me refiero al carnaval de Oruro, por ejemplo, ¿declararlo patrimonio cultural de la humanidad significa congelar esa manifestación cultural en el tiempo, cuando en realidad sólo puede sobrevivir dentro de su propia dinámica de transformación, o tratar de prohibir que las manifestaciones que lo componen sean reproducidas en otros ámbitos?).
Los masistas son expertos en dar a las palabras los significados más diversos, pensemos en lo que ellos entienden por “nacionalización”. Personalmente uno de los más fuertes argumentos que yo tenía contra el programa de Evo Morales en el 2005, era la nacionalización de los hidrocarburos. Una amiga mía, fanática del proceso de cambio, me explicó el asunto con un simple, “depende de lo que se entienda por nacionalización”, en ese momento no entendí, pero con el tiempo capté claramente lo que quiso decir, no hubo la temida nacionalización que nos hubiera llevado a una terrible situación de juicios e indemnizaciones, lo que se hizo fue una reformulación de los contratos con las empresas petroleras.
Lo mismo me pasó con la nueva Constitución y el hecho que dentro de ella la justicia comunitaria tuviera un rango idéntico al de la justicia estatal. El asunto me preocupó en demasía, porque tengo profundo rechazo por los usos y costumbres, y por las formas tradicionales de vida, precisamente por lo injustas que éstas pueden ser, y hete aquí, que cuando finalmente se hizo la ley de deslinde jurisdiccional, el asunto resultó bastante sensato y la justicia comunitaria quedó relegada a un plano muy inferior respecto a la del Estado.
Con esos antecedentes, los indígenas del Tipnis podrían estar bastante tranquilos, se puede llamar intangible a cualquier cosa, hasta se podrían tener motosierras intangibles, digamos, si se las pinta de verde. Pero el problema está en que esta vez, el uso de un término ambiguo en la ley tiene una intencionalidad macabra, va más allá de la interpretación que se pudiera hacer de la bendita palabrita, lo que hace es, a partir de la incertidumbre que genera, sembrar la cizaña dentro de los pobladores del parque, el fin es destrozar a la dirigencia que se atrevió a ponerse al frente de los designios del Jiliri Irpiri y los suyos. Es un plan maquiavélico: si no funcionó la propuesta de Evo, de que los cocaleros fueran a enamorar a las mujeres yuracarés, puede funcionar el hacer que los pobladores se peleen entre ellos. Refinada manera de acabar con el parque, aunque por supuesto que nada original, así se hicieron muchas conquistas.
Llama la atención la falta de escrúpulos de la alta dirigencia del MAS, aunque por supuesto que ya no sorprende.
Llama la atención la falta de escrúpulos de la alta dirigencia del MAS, aunque por supuesto que ya no sorprende.
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