La prestigiosa publicación "Político Magazine" ha reunido a la mayor cantidad de expertos de primer nivel en energía, economía y geopolítica para hablar de la crisis petrolera y la primera conclusión es que la caída de los precios se mantendría por varios años y sin duda alguna, este año será el más complicado por sus consecuencias, pues se trata de un período de adaptación, con el potencial de desestabilizar regímenes, rehacer regiones y alterar la economía mundial a largo plazo.
Los primeros afectados, dice John McLaughlin, de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados Paul H. Nitze (de la Universidad Johns Hopkins, en EEUU), serán aquellos países que han montado una red de subsidios y programas sociales para mantener la gobernabilidad y sostener períodos de paz social.
Ian Bremmer, presidente del Eurasia Group, dice que el petróleo ha sido fundamental para regímenes donde las estructuras políticas son frágiles y que han usado la renta petrolera para apuntalar acciones coyunturales, básicamente clientelares.
Gal Luft, codirector del Instituto de Análisis de la Seguridad Global, considera que estamos frente a la madre de todas las crisis petroleras y que solo podrán salir a flote las economías que consigan abrirse a otros recursos distintos del petróleo. T. Boone Pickens, presidente y consejero delegado de BP Capital y el arquitecto del Plan Pickens, un plan de energía para EEUU, cree que para los países extractivistas ha llegado la hora de mirar el largo plazo, de otra manera "vendrá una resaca muy difícil de superar".
John Deutch, profesor emérito del Instituto de Tecnología de Massachusetts, cree que la crisis petrolera es beneficiosa para economías complejas, industrializadas y competitivas, como la de Estados Unidos, que fortalecerá su liderazgo mundial gracias a su productividad.
Para expertos como Terry Lynn Karl, autor y profesor de ciencias políticas en la Universidad de Stanford, este contexto es también un catalizador de conflictos en aquellos países que dependen de la exportación de energías fósiles, donde habrá una desestabilización económica y política. La única salida a este problema es buscar fuentes alternativas de ingresos y de energía, además del desarrollo de los mercados internos.
A nivel de geopolítica mundial se espera una caída de la influencia de los países del golfo Pérsico, cuya gravitación depende de los buenos precios del crudo. Según Dennis Ross, del Instituto Washington de Políticas para Oriente Próximo, la caída del petróleo ayudará a un acercamiento entre Rusia, Irán y Estados Unidos, lo que permitirá un balance frente a la presión saudí.
En conclusión, este análisis considera que los bajos precios son inequívocamente buenos para el bienestar mundial. Robert N. Stavins, profesor de negocios y gobierno de la Universidad de Harvard, dice que los consumidores verán un aumento de los ingresos disponibles en detrimento de los productores que han estado beneficiándose de la especulación, principalmente Rusia, Nigeria, Venezuela, Arabia Saudita e Irán.
Todos coinciden que posiblemente el ciclo del petróleo haya llegado a su fin, como sucedió con el carbón. Sarah Ladislaw, directora del Programa de Seguridad Nacional y de Energía del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, dice que para todos los países del mundo, no hay más remedio que adaptarse a los precios bajos, pues hay crisis para rato.
No hay comentarios:
Publicar un comentario