Un reporte de prensa internacional dice que "Bolivia dejará de importar acero desde el 2017" y lo dice a propósito del anuncio de la adjudicación de los yacimientos del Mutún a la empresa de origen chino, Sinosteel Equipment, cuyo propósito es alcanzar la fabricación de automóviles "Made in Bolivia".
La mencionada noticia proviene de Perú, uno de los principales proveedores de acero de Bolivia, que compra anualmente alrededor de 150 mil toneladas por un valor de 230 millones de dólares.
Habrá que decirles a los fabricantes peruanos y a los brasileños, que también nos venden acero, que no se apuren a buscar otros mercados, pues este nuevo emprendimiento está empezando bien (en época electoral todo luce bonito), pero nunca se sabe cómo va a terminar, en especial cuando se habla de este proyecto que parece maldecido por el demonio.
No había cómo equivocarse, la adjudicataria debía ser una empresa china, como está sucediendo con muchas otras obras y proyectos nacionales, que por cierto no andan nada bien, pues los asiáticos, ávidos de invertir su dinero, de exportar su tecnología y meter gente donde sea para reducir el impacto de la crisis económica que atraviesan, se traen hasta el cocinero y el portero y hacen las cosas a su modo, generando malestar y sobre todo falta de transparencia. No cabe duda que los siete mil millones de dólares del préstamo que aprobó Beijing para Bolivia han pesado fuerte en esta decisión y la prueba es que el Gobierno al igual que la Gobernación de Santa Cruz no han hecho ningún reparo con los malos antecedentes de la firma que tomará la posta de la compañía hindú Jindal Steel and Power.
La buena noticia es que la inversión proyectada es de 400 millones de dólares para la instalación de un complejo siderúrgico que empezará a funcionar el próximo año, que prevé la producción de diversos productos derivados del hierro extraído del cerro y que se ha propuesto la ambiciosa meta de llegar a la industria automotriz.
Un proyecto tan complejo, que no ha sido ideado simplemente para mejorar en las encuestas previas al referéndum, seguramente cuenta con todo un estudio de factibilidad para lograr metas tan pomposas. Por lo menos deben tener asegurada la fuente de energía que moverá el inmenso aparato productivo, para que no ocurra lo mismo que hace unos años, cuando el Gobierno tuvo que echar a la Jindal a las patadas, para que no siga insistiendo por un gas que no podía proveerle. Hoy las cosas podrían resultar más complicadas, pues no solo sigue siendo una prioridad del Estado Plurinacional vender la energía al exterior y dejar a los propios esperando, sino que en el mediano plazo, la provisión gasífera podría entrar en aprietos en el país. Un empresa seria jamás incurriría en esos riesgos y menos cuando va a producir autos. Esperemos que todo haya sido calculado y que se lo anuncie en breve.
Daría la impresión de que al estar la Gobernación cruceña involucrada en este proyecto y al ver a los funcionarios departamentales posando felices con las autoridades nacionales que anunciaron la adjudicación, todo está marchando bien, pues de lo contrario se podría sospechar que el gobierno regional se ha involucrado en la campaña, hecho que contradice sus promesas. En este caso estarían impulsando el 'Sí'.
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