La era del petróleo en cuestión
Entre los años 2014 y 2016, las inversiones mundiales en exploración y producción (upstream) de gas y petróleo tuvieron una fuerte declinación, sin embargo, de acuerdo a la IEA, para este año, se espera que la situación mejore en Medio Oriente y Rusia en tanto que en África y Latinoamérica continuará la caída, el cambio más notable se prevé en EEUU donde la inversión en shales se elevaría en 53%, respecto al año 2016, como una notable respuesta al leve incremento de precios desde que la OPEP decidió recortar la producción.
La caída en inversiones es una consecuencia de los precios bajos que ocurre desde el año 2014, pero, más allá de aquello, es una muestra de los cambios por los que atraviesa la industria petrolera en general y que se originan principalmente por la presión mundial hacia energías limpias por la preservación del medioambiente y el calentamiento global. Por ejemplo, por primera vez en la historia, en el año 2016, la inversión en electricidad fue superior a la suma de las inversiones en los tres combustibles fósiles (gas petróleo y carbón).
Operativamente, la industria petrolera está cambiando hacia actividades que reditúan un retorno más rápido y hacia proyectos más chicos y más maduros, con la clara determinación de reducir costos permanentemente y optimizar la eficiencia. Esto hizo que los estados financieros de las empresas petroleras hayan mejorado en las dos últimas gestiones.
Pese a todo, la producción de petróleo siempre estuvo de subida, incluso ahora bajo los recortes impuestos por la OPEP y todo indica que en pocos años más, se superará los 100 millones de BPD.
Sin embargo, la participación del petróleo en la matriz energética mundial ha bajado constantemente en los últimos años por la presión ambiental. El año 1973, esta participación era del 46% y bajó a 22% el 2015.
Si bien la presión ambiental es el actual eje del cambio, son varios los factores que lo impulsan. Uno de ellos es la abundancia y el bajo precio del gas natural que la próxima década desplazará al carbón al tercer lugar de la matriz energética y después de la década de los 40, al petróleo al segundo lugar de la matriz.
El gas natural no sólo es menos contaminante que los otros combustibles fósiles, sino que ahora ofrece seguridades de suministro global en la forma de gas natural licuado (LNG). El mayor consumo de gas ha cambiado de la generación de electricidad al sector industrial, desplazando paulatinamente al petróleo.
El transporte, que siempre ha sido el sector de mayor demanda de petróleo, también está sufriendo una caída persistente de la demanda por los ajustes en los estándares de las emisiones contaminantes, por el viraje hacia otros combustibles como el gas natural y lo biofuels y por el aumento de eficiencia del parque automotor que prevé elevar el rendimiento de los motores de 30 millas/galón a 50 millas/galón, el año 2035. La mayor eficiencia automotriz reduciría el consumo de petróleo en 17 millones de BPD en el mismo período. La irrupción de autos eléctricos también es un factor que contribuye a bajar la demanda de petróleo, pero es un factor menor, porque si el parque automotor eléctrico subiera de los actuales 2 millones de unidades hasta los 100 millones previstos el año 2035, la reducción del consumo de petróleo sólo sería de 1,2 a 2 millones de BPD.
El cambio de derivados de petróleo hacia LNG está siendo impulsado por las propias compañías petroleras (Es el caso de Shell), que están instalando estaciones de servicio para camiones en EEUU y para barcos en Europa. Los biocombustibles coparán también parte del mercado de los derivados del petróleo, especialmente en la industria aeronáutica, que no tiene la posibilidad de utilizar baterías todavía y la petroquímica que producirá bioplásticos y no petropláticos; recortarían la demanda de petróleo en otros 13 MMBl/día el año 2040.
En suma, las estimaciones señalan que la demanda de petróleo, hacia el año 2040, se reduciría en más 26 MMBls/día, o sea en 27%, pero la capacidad de producción continuaría en ascenso por la abundancia de reservas y menores costos.
Lo que se manifiesta con el petróleo no es un caso aislado, ni transitorio, es la tendencia irreversible de los tres combustibles fósiles, que en mayores o menores períodos de tiempo tenderán a ser inutilizables. El carbón, por ser el más sucio, empezará su ciclo declinante en pocos años más y le seguirá el petróleo. Pese a la gran abundancia de los tres combustibles fósiles mencionados, ya no está en cuestión la posibilidad de sustituirlos o no, sino de cuándo sucederá aquello.
Las empresas y los países que esperen nuevos ciclos de precios altos y duraderos y no estén preparados para el cambio, serán los más vulnerables. En Bolivia se debería impulsar con mayor énfasis las energías renovables y los biocombustibles.
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
La caída en inversiones es una consecuencia de los precios bajos que ocurre desde el año 2014, pero, más allá de aquello, es una muestra de los cambios por los que atraviesa la industria petrolera en general y que se originan principalmente por la presión mundial hacia energías limpias por la preservación del medioambiente y el calentamiento global. Por ejemplo, por primera vez en la historia, en el año 2016, la inversión en electricidad fue superior a la suma de las inversiones en los tres combustibles fósiles (gas petróleo y carbón).
Operativamente, la industria petrolera está cambiando hacia actividades que reditúan un retorno más rápido y hacia proyectos más chicos y más maduros, con la clara determinación de reducir costos permanentemente y optimizar la eficiencia. Esto hizo que los estados financieros de las empresas petroleras hayan mejorado en las dos últimas gestiones.
Pese a todo, la producción de petróleo siempre estuvo de subida, incluso ahora bajo los recortes impuestos por la OPEP y todo indica que en pocos años más, se superará los 100 millones de BPD.
Sin embargo, la participación del petróleo en la matriz energética mundial ha bajado constantemente en los últimos años por la presión ambiental. El año 1973, esta participación era del 46% y bajó a 22% el 2015.
Si bien la presión ambiental es el actual eje del cambio, son varios los factores que lo impulsan. Uno de ellos es la abundancia y el bajo precio del gas natural que la próxima década desplazará al carbón al tercer lugar de la matriz energética y después de la década de los 40, al petróleo al segundo lugar de la matriz.
El gas natural no sólo es menos contaminante que los otros combustibles fósiles, sino que ahora ofrece seguridades de suministro global en la forma de gas natural licuado (LNG). El mayor consumo de gas ha cambiado de la generación de electricidad al sector industrial, desplazando paulatinamente al petróleo.
El transporte, que siempre ha sido el sector de mayor demanda de petróleo, también está sufriendo una caída persistente de la demanda por los ajustes en los estándares de las emisiones contaminantes, por el viraje hacia otros combustibles como el gas natural y lo biofuels y por el aumento de eficiencia del parque automotor que prevé elevar el rendimiento de los motores de 30 millas/galón a 50 millas/galón, el año 2035. La mayor eficiencia automotriz reduciría el consumo de petróleo en 17 millones de BPD en el mismo período. La irrupción de autos eléctricos también es un factor que contribuye a bajar la demanda de petróleo, pero es un factor menor, porque si el parque automotor eléctrico subiera de los actuales 2 millones de unidades hasta los 100 millones previstos el año 2035, la reducción del consumo de petróleo sólo sería de 1,2 a 2 millones de BPD.
El cambio de derivados de petróleo hacia LNG está siendo impulsado por las propias compañías petroleras (Es el caso de Shell), que están instalando estaciones de servicio para camiones en EEUU y para barcos en Europa. Los biocombustibles coparán también parte del mercado de los derivados del petróleo, especialmente en la industria aeronáutica, que no tiene la posibilidad de utilizar baterías todavía y la petroquímica que producirá bioplásticos y no petropláticos; recortarían la demanda de petróleo en otros 13 MMBl/día el año 2040.
En suma, las estimaciones señalan que la demanda de petróleo, hacia el año 2040, se reduciría en más 26 MMBls/día, o sea en 27%, pero la capacidad de producción continuaría en ascenso por la abundancia de reservas y menores costos.
Lo que se manifiesta con el petróleo no es un caso aislado, ni transitorio, es la tendencia irreversible de los tres combustibles fósiles, que en mayores o menores períodos de tiempo tenderán a ser inutilizables. El carbón, por ser el más sucio, empezará su ciclo declinante en pocos años más y le seguirá el petróleo. Pese a la gran abundancia de los tres combustibles fósiles mencionados, ya no está en cuestión la posibilidad de sustituirlos o no, sino de cuándo sucederá aquello.
Las empresas y los países que esperen nuevos ciclos de precios altos y duraderos y no estén preparados para el cambio, serán los más vulnerables. En Bolivia se debería impulsar con mayor énfasis las energías renovables y los biocombustibles.
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
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