Carlos Miranda Pacheco
Estimado lector, debo confesar que en gran parte las reflexiones en las próximas líneas han sido motivadas por las actividades de homenaje a la Pachamama del círculo oficialista y también del opositor, una semana antes de las fiestas patrias.
Lo que llama la atención es que el oficialismo, además de agradecer por los años de bonanza, pretendería que la Pachamama ejercite su influencia para que continúen en el poder y así completar su ciclo de cambio económico y social. Obviamente, la oposición exhibirá la ley sobre el TIPNIS, que desdice todo el discurso de respeto a la Madre Tierra del actual Gobierno.
Esas declaraciones y denuncias no se sabe si se harán desde las apachetas tradicionales o en Beijín, donde se cree que la Pachamama tiene oficinas importantes que siguen el crecimiento de la economía china, que determinan la demanda de productos básicos y sus precios que afectan la economía de países en desarrollo.
Pero dejemos a los políticos nacionales definir su diálogo sideral con la Madre Tierra. Nosotros, como desde hace muchos años, continuemos “Hablando sobre energía.
Este 2017, estamos a un año de concluir el contrato de exportación más grande y beneficioso que ha tenido el país, a 10 años de que concluya el contrato con la Argentina -que tiene casi los mismos volúmenes que el contrato con Brasil- y, además, con un mercado interno tiene tal magnitud que ya no puede ser ignorado. Lo más aconsejable es que hagamos un examen de lo sucedido y lo que puede ser nuestro futuro energético, y que se desate un debate nacional sobre los temas que siguen.
En el siglo XX hemos producido y exportado casi 11 TCF (trillones de pies cúbicos) de gas natural, una cantidad grande de un recurso natural no renovable. No habiendo hasta la fecha ningún descubrimiento importante de reservas, todos los cálculos que siguen están basados en el último dato oficial de 10.4 TCF l 2013. Cuando terminemos nuestro contrato con Brasil tendremos nueve TCF de saldo y cuando terminemos el contrato con Argentina, más nuestro consumo interno, el 2027 tendremos un remanente de dos TCF.
Este simple balance de reservas está mostrando que no es posible renovar el actual contrato con Brasil o llegar a un arreglo similar. Si continuamos sin descubrir reservas, el 2027 tan sólo tendremos gas para nuestro consumo interno por siete u ocho años.
Este balance sólo se podría modificar si en los próximos 10 años se descubren y se ponen en producción más de ocho TCF de gas. Algo muy improbable, porque poner en producción campos de gas y condensado en Bolivia demora de seis a ocho años.
De lo anterior, la primera gran conclusión que debemos sacar es que a partir de la fecha, por varios años, dejaremos de ser un gran exportador de gas natural y, por tanto, tampoco podemos pensar en grandes ingresos por exportación.
Por los mismos motivos, ya no corresponde el proclamar a Bolivia como el centro energético del continente. Ese tren pasó por nuestra estación y lo perdimos en 2004.
No existiendo suficientes reservas, el programa de industrialización del gas con polietileno y polipropileno debe ser postergado. Irónicamente, por manejos administrativos equivocados no se ha adjudicado la construcción de la planta de polipropileno que costaría 2.200 millones de dólares, utilizando reservas internacionales del Banco Central.
Pero lo más importante que ha sucedido en los últimos 11 años es el crecimiento del mercado interno de gas. Así, ha crecido de tres millones m3/d a 15 millones m3/d y se estima que para 2027 será de 25 millones m3/d, siendo el consumo domiciliario, las plantas termoeléctricas y el gas natural comprimido como combustible vehicular los principales rubros del mercado interno del gas.
En palabras simples el país esta gasificado.
Los volúmenes que consume el mercado interno son de tal magnitud que de ahora en adelante las reservas destinadas para este fin deben ser explícitamente indicadas en todo balance de reservas.
Más aún con la mala experiencia exploratoria que se tiene, se debe prever tener una reserva estratégica de por lo menos 20 años para este mercado. Esto significa que cualquier operación de exportación tiene que partir sobre la base de tener seis TCF intocables para el mercado interno.
Esta seria limitación es un pedido adicional para que se puedan descubrir suficientes reservas; por tanto, YPFB debe reforzar la actividad de buscar reservas por sí misma, asociada con las petroleras presentes en el país e, inclusive, conformando un grupo profesional que posea el know how necesario.
Carlos Miranda Pacheco es ingeniero y analista energético.
Fuente: paginasiete.bo
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