Transición energética

El mundo está atravesando un período de transición energética que se manifiesta con el cambio de la mezcla energética hacia una composición de menor contenido de carbono. Al mismo tiempo, el consumo de energía continuará creciendo debido al bienestar mundial reflejado en el crecimiento del PIB, el cual ascenderá por la productividad que crecerá 3 veces más que la población hasta el 2035, (la población mundial será mayor en 1.5 billones en los próximos 20 años).  El incremento de la productividad es a su vez, un resultado de la bajada en la intensidad energética (la cantidad de energía consumida por cada unidad del PIB). Este indicador bajará hasta en 2.2% el año 2035 debido al uso eficiente de la energía.

 El cambio de la mezcla energética radica en la descarbonización de las fuentes de energía, es decir, el cambio hacia fuentes menos contaminantes que se traduce en el viraje de combustibles fósiles, primero del carbón hacia el petróleo y del petróleo hacia el gas natural y después, hacia energías renovables (incluyendo la hidro y la nuclear), cuya oferta crecerá más rápidamente que la de los combustibles fósiles. La participación de energía eólica y solar crecerá del 3% actual al 10% el año 2035.

A pesar de ello, los combustibles fósiles continuarán suministrando el 75% de la energía primaria hacia el año 2035. El gas natural será el combustible fósil con mayor crecimiento desplazando al carbón al segundo lugar, mineral que alcanzará su pico a mediados de los años 20. Esta transición se debe a la grave amenaza del cambio climático que es acelerado por las emisiones de carbón al medio ambiente.

La economía mundial continuará electrificándose con la dedicación de las fuentes de energía a la generación de electricidad. El rol de la electricidad será preponderante en la transición energética. Se estima que el 80% del incremento del consumo de energía será de electricidad.

El consumo de petroleo crecerá de 95 MMBPD a 110 MMBPD el 2035, la petroquímica será el mayor consumidor (ya no el transporte) debido a la mayor eficiencia energética. La cantidad de vehículos eléctricos subirá de 1 millón a 100 millones en este período, reduciendo la demanda de petróleo en 1.2 MMBPD. Sin embargo, la mayor reducción se deberá a la eficiencia de los automotores.  El petróleo deberá enfrentar dos retos adicionales: la caída de la demanda y su abundancia. 

La demanda de gas natural crecerá más rápidamente que la del petróleo impulsada por la generación eléctrica y la industria. Tanto el gas no convencional (Shale gas que absorberá 2/3 del crecimiento de la producción), como el desarrollo del LNG, son factores que globalizan e integran el mercado del gas. Hacia el año 2035 el LNG será tan importante como el gas de cañería.
En Bolivia, entre los años 2000 y 2014, la producción de energía primaria creció 4 veces, impulsada por el gas natural que creció cerca de 6 veces, (constituye el 81% de la energía primaria) y el petróleo, sólo 2 veces (es el 14% de la energía primaria), las fuentes renovables, incluyendo biomasa e hidroelectricidad, crecieron 1.39 veces. Las energías solar y eólica empezaron a ser producidas el año 2014 y sólo tenían una participación del 0.003 % (3 milésimas partes) de la energía primaria producida. Todas las fuentes han tenido una participación creciente en la matriz energética, excepto la hidroenergía. El crecimiento del gas natural se explica no sólo por el crecimiento del consumo interno sino, principalmente, porque el 74% de la producción se destina a la exportación.

El consumo nacional de energía primaria es sólo del 27% de la energía producida, pese a que se duplicó en el período, principalmente por el incremento del parque automotor que triplicó el consumo en el transporte llegando al 43% del consumo nacional de la energía primaria. En este sector la gasolina es el combustible más consumido seguido por el diesel. Ambos combustibles en este periodo se consumieron más que el gas natural, aunque su participación en la matriz subió de 5.6% a 23.3%. El consumo de gas natural sólo es superior en el sector industrial.

El consumo de biomasa (leña) continúa situado por encima del 14% del consumo total de energía primaria. Este dato es preocupante porque es una muestra del atraso energético del país.

La energía eléctrica es consumida preferentemente en el sector comercial. En los sectores residenciales e industriales está relegada al tercer lugar de consumo. La intensidad energética en Bolivia subió en 21.7% entre los años 2000 y 2014 y, es otra manifestación de la ineficiente utilización de la energía en el país.

Este análisis comparativo, reprueba el atraso en el que se encuentra nuestra matriz energética respecto al mundo, con mayor consumo de combustibles fósiles, rezago en fuentes renovables y electrificación, todo en detrimento y cuidado del medio ambiente.

El autor es ingeniero químico y petroquímico.