Nueva polémica con el mercado argentino
Las repercusiones que han tenido las declaraciones del embajador argentino relativas al recelo que existe sobre la provisión de gas boliviano al mercado argentino, en el período de invierno, es una indicación más, de las varias recibidas de nuestros dos compradores de gas respecto a las incertidumbres que se han enviado a los mercados.
Existen varias estimaciones sobre los montos que pierde Bolivia por no enviar los volúmenes comprometidos en los contratos tanto a Argentina como a Brasil, pero esa no debiera ser la preocupación más importante sino la pérdida de confianza que ese incumplimiento conlleva. La confianza es un bien intangible y el factor más gravitante en las relaciones entre los socios comerciales.
El año pasado la Confederación Nacional de Industrias de Brasil recomendó a su Ministerio de Minas y Energía que contrate un estudio independiente para entender las condiciones de las reservas bolivianas y las inversiones requeridas para garantizar la provisión en el largo plazo porque estimaba que la oferta boliviana sólo alcanzaría para exportar 17 MMM3/D el 2021, 10 MMM3/D el 2022 y 3 MMM3/D el 2023.
Por su parte, en junio de 2016, el ministro argentino de energía, Aranguren afirmó haber recibido un correo de su homólogo boliviano en sentido de que: “Bolivia no iba a poder entregar los 19,9 MMM3/Día de gas natural (…) para el año 2016, ofreciendo 15,4 MMM3/D para el primer semestre del año y 19,0 MMM3/D para el segundo semestre (…)” . Argentina tuvo que importar gas regasificado de Chile para poder afrontar el invierno del año pasado y ahora está haciendo lo mismo ante la persistente incertidumbre de no contar con los volúmenes comprometidos de gas boliviano.
Desde enero de 2017, Bolivia, debería estar vendiendo a Argentina, 23,9 MMM3/D, pero el volumen mínimo acordado en época de invierno (entre el 1 de mayo y el 1 de septiembre) para no pagar multas, debería ser de 20,3 MMM3/D. Ni un solo día del año se ha podido cumplir con los 23,9 MMM3/D yescasamente se ha cumplido con el volumen mínimo de verano (16,7 MMM3/D). En lo que va de este mes de mayo tampoco se ha cumplido con este volumen mínimo de verano.
Ante las aseveraciones del Embajador, el Ministro boliviano de hidrocarburos ha declarado que YPFB envío por escrito a Enarsa las nominaciones respectivas con los volúmenes acordes a los contratos, al mismo tiempo sostuvo que el orden de prioridad de los mercados es: primero el interno, segundo el brasileño y tercero el argentino. Dada la información publicada por YPFB, queda claro que Bolivia está incumpliendo el contrato independientemente de la existencia o no de las nominaciones, pero además por el reiterado recordatorio de las prioridades de mercado, queda también claro que Bolivia tiene condiciones apretadas para atender a sus mercados. Si a lo anterior se suman las despectivas declaraciones del Ministro calificando al embajador de irresponsable y de hacer política, se tiene el cuadro completo de un proveedor conflictivo e insolente dispuesto a cerrarle todos los espacios a su comprador.
Un proveedor solvente no tendría por qué priorizar sus mercados, ni discutir públicamente con su cliente, todos sus mercados deberían tener garantizada su provisión en el largo plazo y las discrepancias deberían resolverse internamente, no en los medios. Aquello de que el cliente es soberano y puede comprar de quien quiera, es una muestra impertinente de arrogancia. El Gobierno debería saber también que, si no se aseguran mercados, las petroleras perderán el interés de invertir en exploración y desarrollo.
Los problemas los tenemos en el país y esa debería ser la preocupación del Gobierno. La producción es insuficiente y las reservas continúan descendiendo. El tema de las reservas es el más grave. La última certificación de reservas a diciembre de 2013 arrojaba un valor de 10,45 TCF’s, a la fecha y debido a la producción, estas reservas se han reducido a alrededor de 8 TCF’s, por debajo de los niveles del año 2009 y sólo existen estimaciones, sin certificar, de pequeños descubrimientos que no alcanzan para reponer lo consumido. Pero además, el consumo interno continuará en ascenso debido a los proyectos termoeléctricos, al cambio de matriz energética y a la próxima inauguración de la planta de Bulo Bulo.
Para renovar el contrato de venta de gas a Brasil por otros 20 años se necesitará una reserva dedicada de 7,73 TCF’s. A la fecha no existe la disponibilidad de esta cantidad. Si hubiese reservas, el tema sería el invertir para desarrollarlas, pero en este caso lo que hay para producir no alcanza para un nuevo período de 20 años.
Las voces de alarma de la situación se han difundido desde hace varios años, sin embargo, no hay la menor voluntad de corregir el rumbo y la polémica sólo empeorará el futuro.
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
Existen varias estimaciones sobre los montos que pierde Bolivia por no enviar los volúmenes comprometidos en los contratos tanto a Argentina como a Brasil, pero esa no debiera ser la preocupación más importante sino la pérdida de confianza que ese incumplimiento conlleva. La confianza es un bien intangible y el factor más gravitante en las relaciones entre los socios comerciales.
El año pasado la Confederación Nacional de Industrias de Brasil recomendó a su Ministerio de Minas y Energía que contrate un estudio independiente para entender las condiciones de las reservas bolivianas y las inversiones requeridas para garantizar la provisión en el largo plazo porque estimaba que la oferta boliviana sólo alcanzaría para exportar 17 MMM3/D el 2021, 10 MMM3/D el 2022 y 3 MMM3/D el 2023.
Por su parte, en junio de 2016, el ministro argentino de energía, Aranguren afirmó haber recibido un correo de su homólogo boliviano en sentido de que: “Bolivia no iba a poder entregar los 19,9 MMM3/Día de gas natural (…) para el año 2016, ofreciendo 15,4 MMM3/D para el primer semestre del año y 19,0 MMM3/D para el segundo semestre (…)” . Argentina tuvo que importar gas regasificado de Chile para poder afrontar el invierno del año pasado y ahora está haciendo lo mismo ante la persistente incertidumbre de no contar con los volúmenes comprometidos de gas boliviano.
Desde enero de 2017, Bolivia, debería estar vendiendo a Argentina, 23,9 MMM3/D, pero el volumen mínimo acordado en época de invierno (entre el 1 de mayo y el 1 de septiembre) para no pagar multas, debería ser de 20,3 MMM3/D. Ni un solo día del año se ha podido cumplir con los 23,9 MMM3/D yescasamente se ha cumplido con el volumen mínimo de verano (16,7 MMM3/D). En lo que va de este mes de mayo tampoco se ha cumplido con este volumen mínimo de verano.
Ante las aseveraciones del Embajador, el Ministro boliviano de hidrocarburos ha declarado que YPFB envío por escrito a Enarsa las nominaciones respectivas con los volúmenes acordes a los contratos, al mismo tiempo sostuvo que el orden de prioridad de los mercados es: primero el interno, segundo el brasileño y tercero el argentino. Dada la información publicada por YPFB, queda claro que Bolivia está incumpliendo el contrato independientemente de la existencia o no de las nominaciones, pero además por el reiterado recordatorio de las prioridades de mercado, queda también claro que Bolivia tiene condiciones apretadas para atender a sus mercados. Si a lo anterior se suman las despectivas declaraciones del Ministro calificando al embajador de irresponsable y de hacer política, se tiene el cuadro completo de un proveedor conflictivo e insolente dispuesto a cerrarle todos los espacios a su comprador.
Un proveedor solvente no tendría por qué priorizar sus mercados, ni discutir públicamente con su cliente, todos sus mercados deberían tener garantizada su provisión en el largo plazo y las discrepancias deberían resolverse internamente, no en los medios. Aquello de que el cliente es soberano y puede comprar de quien quiera, es una muestra impertinente de arrogancia. El Gobierno debería saber también que, si no se aseguran mercados, las petroleras perderán el interés de invertir en exploración y desarrollo.
Los problemas los tenemos en el país y esa debería ser la preocupación del Gobierno. La producción es insuficiente y las reservas continúan descendiendo. El tema de las reservas es el más grave. La última certificación de reservas a diciembre de 2013 arrojaba un valor de 10,45 TCF’s, a la fecha y debido a la producción, estas reservas se han reducido a alrededor de 8 TCF’s, por debajo de los niveles del año 2009 y sólo existen estimaciones, sin certificar, de pequeños descubrimientos que no alcanzan para reponer lo consumido. Pero además, el consumo interno continuará en ascenso debido a los proyectos termoeléctricos, al cambio de matriz energética y a la próxima inauguración de la planta de Bulo Bulo.
Para renovar el contrato de venta de gas a Brasil por otros 20 años se necesitará una reserva dedicada de 7,73 TCF’s. A la fecha no existe la disponibilidad de esta cantidad. Si hubiese reservas, el tema sería el invertir para desarrollarlas, pero en este caso lo que hay para producir no alcanza para un nuevo período de 20 años.
Las voces de alarma de la situación se han difundido desde hace varios años, sin embargo, no hay la menor voluntad de corregir el rumbo y la polémica sólo empeorará el futuro.
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
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