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sábado, 3 de mayo de 2008

la mejor forma de alejar las inversiones y crear desconfianza en Bolivia, qué hace el Gobierno?

Los Tiempos en nota editorial no termina de explicarse sobre lo que está suciendo

proceder inexplicable
Si en lo que va de su gestión el gobierno del Movimiento al Socialismo ha enrarecido el clima para las inversiones en general y provocado un notorio desengaño en virtud de la primacía que otorga a la política sectaria por encima de cualquier otra consideración, las compras forzosas de los paquetes accionarios de tres consorcios petroleros y la expropiación de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones mediante decretos aprobados el pasado jueves, no harán otra cosa que profundizar esos sentimientos en perjuicio de sí mismo y de la economía nacional. Es decir que la inseguridad jurídica prevaleciente desde mayo de 2006 se ha visto de pronto agravada dos años después consolidándose como muro de contención al flujo de capitales foráneos y nacionales que motoricen el desarrollo, mientras que el evidente populismo del régimen genera día que pasa una inequívoca corriente de opinión adversa en segmentos de la sociedad civil que habían creído en que su espectacular triunfo electoral y consiguiente asunción al mando, depararían mejores días a nuestra atribulada nación, sin sospechar que ocurriría lo contrario. Esto, al margen de la reacción de rechazo que las disposiciones adoptadas despertarán --qué duda cabe-- en los países de origen de las compañías afectadas, cuyos gobiernos y población supieron dar evidentes muestras de simpatía frente al supuesto ingreso de Bolivia a una etapa histórica harto diferente de las que durante décadas la mantuvieron presa de la inestabilidad y la miseria, alud que no tardará en caer sobre los hombros de la jerarquía oficialista y de la ciudadanía sensata, pese a que ésta no tuvo arte ni parte en el actual estado de cosas. De ahí que resulta inexplicable que se haya procedido de esa manera, como queriendo ganar frentes de resistencia tanto más allá de las fronteras, como en el orden doméstico, nada menos que casi en vísperas de un referendo que endosará una visión que difiere substancialmente de la que se quiere imponer a como de lugar y por conducto de una suma de despropósitos. Así lo han entendido analistas de la presente realidad, para quienes las consecuencias de lo obrado se sentirán en el ya bajo flujo de inversiones externas petroleras y en el predicamento del presidente Evo Morales, especialmente en Europa, de donde provienen varias de las empresas nacionalizadas, en tanto que si se hubiera tratado de una muestra de fortaleza gubernamental ante la oposición regional del departamento de Santa Cruz, no sería raro que un efecto inverso se haga patente en la consulta autonómica de mañana. La imagen de Bolivia y sus gobernantes ha sufrido, pues, un nuevo revés, por más de que se vaya a pagar por la obligada transferencia de las acciones de las petroleras y la telefónica, cuestión todavía en duda en lo relativo a si su valor será fruto de acuerdos bilaterales o del antojo de una de ellas, el Estado en este caso, a riesgo de infligirse dificultades y complicaciones impensadas.. Lo grave de todo es que el daño está hecho y repararlo demandará mucho más tiempo del que ha tomado su consumación.

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