En el lejano oriente y en todos los barrios chinos del mundo se celebra el advenimiento del año de la rata. En el calendario lunar oriental hay ciclos de doce años (cada uno de los cuales lleva el nombre de un animal) los mismos que se inician con el de la rata.
Si en Occidente se asocia a este roedor con la plaga que masacró a un tercio de los europeos, en Asia éste es visto con otros ojos. En la India se le construyen templos y en China se cree que la rata trajo el arroz al hombre, y que es sinónimo de inteligencia, liderazgo, carisma y laboriosidad. Todos estos atributos Beijing quiere demostrar ante el mundo ahora que se inicia este nuevo docenio.
Esta es la primera vez en la historia humana en que la población urbana sobrepasa a la rural. El de la rata será el primer año en el cual el coloso amarillo sea sede de una olimpiada (y que también en el que pueda sacar más medallas de oro que cualquier otro país).
Al colocarse en el centro de la atención de la humanidad China podrá mostrar cómo sus grandes corporaciones avanzan en la globalización. Tres de las principales seis compañías del mundo en término de capitalización en el mercado son chinas.
Li Ning le hace la pelea a Adidas, a Nike y a Puma por el mercado deportivo. Lenovo ha adquirido la división de computadoras personales de la IBM. Nueve Dragones es la principal productora de papel del mundo. PetroChina está superando a Exxon Mobile como la mayor transnacional petrolera. El Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) ha desplazado al City como el mayor banco del planeta.
En el año de la rata China no tendrá rival alguno en el globo en su número de internautas, en su nivel de exportaciones y también en su grado de emisiones de carbono que contamine la atmósfera.
China ya es el segundo comprador de autos del mundo y tiene una marca (Chery) que quiere ir compitiendo con los carros coreanos y japoneses. China, quien ya lanzó una nave hacia la luna, ahora mandará su primer hombre al espacio.
Ciertamente el inicio del año de la rata ha llegado con una serie de graves problemas para este país. La temporada festiva es la única época anual en la cual muchos trabajadores viajan a sus pueblos a reencontrarse con sus familias. En esta se produce el mayor éxodo que conoce el planeta: unos 180 millones de chinos se desplazan temporalmente hacia sus comarcas. Sin embargo, este ha sido el peor invierno en medio siglo, el mismo que ha causado más de $US 8 mil millones en pérdidas materiales.
Este nuevo año también viene con cierto olor a desagüe debido a la crisis de las bolsas que golpeó a la de Shanghái y que presagia una recesión en EEUU. No obstante, China y los mercados emergentes creen que seguirán creciendo pese al declive de la mega-potencia. Esto, aunque hay el temor de ser afectadas por la crisis norteamericana o porque durante sus elecciones los candidatos prometan elevar los aranceles para las importaciones chinas.
El año de la rata será uno donde Beijing logre avances en su diplomacia (en África, por ejemplo, se están convirtiendo en la potencia más respetada) pero que también se incentiven choques entre las dos Chinas.
A poco de iniciarse el año de la rata el primer ministro Wen Jiabao comenzará su segundo quinquenio en Beijing. Al mismo tiempo en Taiwán habrá elecciones.
En esa isla el gobernante Partido Demócrata Progresista viene haciendo campaña para que en las elecciones presidenciales del 22 de Marzo se realice un referendo acerca del status de Formosa. El oficialismo quiere que Taiwán pida volver a la ONU con ese nombre y quiere aprovecharse de las olimpiadas porque sabe que Beijing no se atrevería a enajenar al mundo en esa ocasión para atacarles. No obstante, la oposición se opone a cualquier movimiento en pro de separarse de China continental. Dichos comicios, mientras tanto, están calentando la cabeza de varios líderes de Beijing, quienes están dispuestos a usar la fuerza si Taiwán renuncia a ser parte de su nación.
Para el Partido Comunista de China éste es un momento en el cual pretenden mostrar al mundo la fortaleza de su modelo. Empero, las olimpiadas también será una oportunidad para que los organismos de derechos humanos y los nacionalistas (como los del Tíbet) redoblen sus denuncias.
El gran crecimiento de la economía china viene haciendo que decrezca la gran mayoría de campesinos y que se amplíen las capas de trabajadores industriales, de clase media y de empresarios ricos. Esto, a la larga, amenaza con generar nuevas presiones: ya sea para ir en una dirección “pro-liberalización económica y política” como por su contraparte que busque retomar principios “igualitarios y socializantes”.
El de la rata será un año en el que China muestre al mundo que se torna en una superpotencia tanto en el campo deportivo como en el económico y espacial. Con ese avance también llegarán los roedores que irán carcomiendo sus estructuras planteando fuertes cambios en su sociedad.
(El artículo pertenece a Issac Bigio y nos llega desde Visión Global)
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