Quién denuncia algún hecho ilegal está obligado a demostrarlo
A pesar de todo, no hay nada mejor que mantener la democracia y, en ese contexto, el respeto a las instituciones legalmente establecidas. El drama actual se resuelve cumpliendo las normas de validez universal y dando lugar a la razón. Cualquier ruptura o imposición violenta significaría un grave retroceso social, económico y político. Nadie que comprenda las exigencias del tiempo en que vivimos apelaría a los hechos, sin autoliquidarse en primer lugar.
Aunque la crisis política se ahonda, persistentemente, por evolución de la propia humanidad, la posibilidad del establecimiento de gobiernos por vía del golpe de Estado o de acciones populares subversivas, es mínima, quizá en situaciones extremas como la huida de un Presidente y la necesidad inevitable de sustituirlo. Desde la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, la lucha por el poder ya no tiene la urgencia del afán de dominio universal de dos potencias desprovistas de espíritu y de consideraciones humanitarias.La continuidad de la democracia, aquí en Bolivia, es por razones internas, pero también externas. En las condiciones actuales, no hay potencia extranjera, partido internacional ni empresa que impulse, financie o justifique una ruptura violenta de procesos democráticos. Es posible que, en otros lugares del Planeta, allá donde existen grandes diferencias, brechas insalvables, la gente opte por la vía de la violencia, del enfrentamiento cruento, de la separación irreversible.Consideramos que todos los que interpretan la realidad nacional y las opciones que existen, dadas esas condiciones objetivas y subjetivas, están de acuerdo en la necesidad o, mejor dicho, en el imperativo histórico de hacer todo lo posible para que el presidente Evo Morales cumpla su periodo en el marco de un ambiente, evidentemente, democrático. Lo peor que podría sucederle a Bolivia es ingresar en una espiral violenta, que sacrifique valiosas vidas humanas, recursos, tiempo y oportunidades.En la hipótesis que algún poder externo estuviera comprometido con una conspiración para derrotar al régimen presidido por Evo Morales, sin lugar a ninguna duda o vacilación, esa corriente foránea estaría contra todos los bolivianos verazmente patriotas. La lucha por la democracia, por la estabilidad institucional, por la vigencia de los principios y de las normas que hacen de Bolivia una categoría histórica superior, está por encima de personas y de corrientes partidistas circunstanciales. En esa proyección, es también clara y enérgicamente opuesta respecto de todo intento interno de aprovechar la democracia para fines bastardos.Un aspecto importante en el proceso democrático es la veracidad. La democracia además de ser justa, libre, solidaria es verdadera. Nos referimos al contenido ético de esta forma racional de organizar la sociedad. Los regímenes totalitarios, violentos, unidimensionales no son justos ni solidarios, precisamente, porque no son capaces de comprender al ser universal con todas sus cualidades y defectos. Las denuncias sobre conspiraciones e ingerencias externas deben ser demostradas, con pruebas irrefutables. De otro modo, por ser ajenas a la verdad, acabarían, más bien, como actitudes antidemocráticas, próximas al pretexto para imponer el sectarismo y la impostura.
(Nota de El Editor. Artículo Editorial del diario cooperativo OPINION de Cochabamba)
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