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martes, 6 de mayo de 2014

Gonzalo Chávez titula en quéchua"yachay..." algo como entérate cuando se refiere a la proclama evista "basta de nacionalizar, ahora hay que industrializar" lo que está bien, aunque algo tarde...200 años nomás

Con un pequeño retraso de un par de siglos, se pregona la llegada de la primera revolución industrial. En cuanto las economías más interesantes en el mundo entran a la era del conocimiento, por estos paisajes de Dios se busca agregar valor al estaño, la plata y el gas natural.
Las fundiciones, los fierros y las grandes obras del nacionalismo desarrollista encandilan con sus luces de progreso. Un satélite que, dizque ciego, produce cataratas de llanto y emociones a raudales. Un teleférico es denominado el Pegasus andino, el caballo volador y, por supuesto, hace avergonzar al tren de 1800, que era llamado el caballo de hierro por los originarios norteamericanos. Una planta separadora de líquidos arranca odas y poesías a la modernidad.
La pregunta central es cuán orgullosos deberíamos estar de recorrer el mismo camino de Inglaterra de finales del siglo XIX. Habrá mucha gente que dirá, por algo se empieza. Pues bien, reconozco que en la coyuntura actual tiene razón, éste es un camino a seguir, aunque no el único.
Con esta visión etapista de desarrollo, con paciencia, en otro siglo, llegaremos a la tercera de la revolución industrial. Entretanto, me inscribo en un grupo de soñadores que piensa que Bolivia también puede saltar directamente a la revolución del conocimiento. Varios países de América Latina siguen este camino. Pero recapitulemos este proceso histórico.
La primera revolución industrial se caracteriza por el reemplazo parcial del trabajo manual por diversos tipos de máquinas. Es el inicio de la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de la fundición del hierro. En este periodo, el transporte se modernizó con los ferrocarriles y la innovación tecnológica más importante fue la máquina de vapor. Esta revolución se concentró en Inglaterra.
La segunda revolución industrial se vincula al surgimiento de nuevas y mejores técnicas de producción, y una nueva clase de industrias, como la petroquímica, la electricidad y los automóviles.  En este periodo se desarrollan países como Alemania, Estados Unidos, Japón y Rusia.
En el periodo se desarrollan las energías generadas por petróleo y gas natural. Las principales innovaciones son el motor de combustión interna y la aeronáutica.
La tercera revolución industrial o revolución de la inteligencia y el conocimiento está vinculada a los cambios de la tecnologías de información y comunicación. Ésta se basa en energías renovables a base del hidrógeno, redes de distribución de energía eléctrica “inteligentes”, manufactura digital, nanotecnología, tecnologías de la información y sus diversas aplicaciones en el  computing cloud.
Los lugares de esta revolución en curso son las ciudades creativas y los territorios inteligentes. La tercera revolución industrial puede ser hecha en la base de la pirámide social, con los más pobres como beneficiarios.
Las nuevas élites del poder insisten en que los bolivianos(as) sigamos mirando al suelo, andemos agachados buscando minerales y petróleo, que sigamos anclados en la primera o máximo segunda revolución industrial. Por lo tanto, el primer paso para comenzar la tercera revolución industrial es cambiar de postura, es erguirse y levantar la cabeza para descubrir  el futuro económico que está en los cielos de la creatividad y la innovación y en las nubes del Internet, En el ciberespacio.
¿Cómo deberíamos abandonar el siglo XIX y dar un salto al futuro? Aquí algunas sugerencias muy cortas debido a la extensión de la columna.
En primer lugar, necesitamos convertir algunas de nuestras universidades en cluster del saber donde confluyan colegios, empresas y sector público con el objetivo de aprender y desarrollar tecnologías de la información vinculadas a desarrollo social. Debemos crear ecosistemas que fomenten la innovación, la creatividad y el desarrollo tecnológico.
Segundo, estas universidades deben buscar alianzas estratégicas con sus pares mundiales en desarrollo de tecnologías, que trabajen particularmente con productos y servicios destinados a ayudar con las personas que están en la base de la pirámide social mundial.
Tercero, el Gobierno, tanto nacional como local, deberían crear parques tecnológicos. Cuarto, el Estado debe desarrollar un programa de formación de 500 doctores en 10 años en las mejores universidades del planeta, invirtiendo 125 millones de dólares, lo que da 12 por año, ciertamente menos dinero de lo que el Gobierno gasta en propaganda.
¿Sueño? ¿Delirio? No. Varios países de nuestra región van por este camino. Los proyectos más interesantes son la Ciudad del Saber enPanamá, Monterrey en México, Canelones en Uruguay y el reciente Yachay (www.yachay.gob.ec), la ciudad del conocimiento en Ecuador, que en menos de 30 años pretende ser el primer valle tecnológico de América del Sur. El objetivo, superar la economía extractivista y pasar a la revolución del yachay (saber o conocimiento en quechua).
El autor es economista / @GonzaloChavezA 
http://chavezbol.blogspot.com

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