Es tiempo de alertar a la población sobre la terrible contaminación ambiental que se viene extendiendo a lo largo y ancho de todo el territorio.
La contaminación ambiental en esta época del año —dados los chaqueos que se multiplican por la acción de campesinos que preparan sus tierras para la siembra— en las ciudades más grandes del país siempre ha sido muy alta. Este año, estos niveles, debido a los incendios forestales derivados de esos chaqueos, se han multiplicado, hoy la contaminación ha superado los niveles de alarma, al punto de obligar a las autoridades a suspender los servicios aéreos.
Es decir, año que pasa, estamos haciendo de nuestro país una tierra donde muy pronto será imposible conservar un hálito de vida. Claro, porque no sólo es la acción de los chaqueos, también ponen su cuota ciertas exploraciones mineras —especialmente las efectuadas por “cooperativas”— cuya consigna parece ser la de lograr la mayor ganancia con el mínimo de los recursos. En este sentido, hace pocos meses nos enteramos de la terrible depredación que vienen causando los buscadores de oro en regiones que hasta hace tiempo se consideraban edénicas como Coroico, en los Yungas paceños.
A esta acción depredadora se suman acciones realmente alarmantes como las de productores de soya que, en zonas del oriente, no han dudado en deforestar regiones de cientos de hectáreas para la siembra de ese producto. Las consecuencias llegaron antes de lo pensado, no sólo en la desaparición de especies de animales y vegetales, hoy los vientos que golpean a la ciudad de Santa Cruz con una fuerza de 100 kilómetros por hora o más son bastante comunes. Y claro, ya muchas veces hablamos de la deforestación causada para la creación de extensos “catos” de coca en regiones como los Yungas o Alto Beni, que hoy amenazan con extenderse incluso hacia los parques nacionales.
Pero esta acción depredadora que amenaza a la conservación de nuestro medio ambiente también se genera en las ciudades gracias a los miles de vehículos vetustos que ingresan ilegalmente a nuestro país, pese a las amenazas de una Ley 1008 contra el contrabando. Incluso es común ver cómo los inmensos camiones del municipio encargados de recoger basura avanzan cubriendo las calles de la ciudad con humo, dañando los pulmones de los viandantes. Esto sin mencionar de la impaciencia de conductores que suponen que la bocina de sus vehículos son capaces de difuminar el hacinamiento vehicular que se producen en horas pico en ciertas zonas, o aquellos vecinos que suponen normal tirar una bolsa colmada de basura allí por donde pasan.
Es tiempo de alertar a la población boliviana de la necesidad de contrarrestar esta terrible contaminación ambiental que venimos sufriendo en todo el territorio nacional, cuya causante no es otra que la falta de educación ciudadana. Y es allí donde hace falta ver la acción de las autoridades municipales, departamentales y nacionales. No sólo con acciones ejecutivas, también organizando campañas de concienciación para que sea toda la población quien participe en esta necesaria limpieza.
Es allí en ese punto donde debe verse la acción legisladora del Parlamento, asambleas departamentales y concejalías municipales. El trabajo para el cual han sido elegidos justamente consiste en impulsar campañas educativas y leyes que permitan a la población en general una mejor calidad de vida.
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