Un charco de sangre sobre la acera de la avenida Tejada Sorzano, en la zona Miraflores. Sólo eso quedó del ingeniero Jorge O’Connor D’Arlach (37), quien recibió un disparo en el cuello alrededor de las 10.25 de ayer. Al menos cuatro delincuentes armados lo atacaron en la puerta del edificio signado con el número 601, en la esquina de esa vía con la calle Monje, a una cuadra de la plaza Villarroel, le arrebataron 450.000 dólares y huyeron en una motocicleta roja y una vagoneta Toyota Caldina verde.
Las actividades habituales se desarrollaban con total normalidad a esa hora de pleno sol, pero fueron irrumpidas por el estampido seco de un tiro. Las miradas de los transeúntes se volcaron sobre unos hombres que forcejeaban y gritaban en la puerta del inmueble de tres pisos. Todo ocurrió en cuestión de 20 a 30 segundos. Entre los alborotados se destacaba un individuo que vestía chamarra negra y sostenía lo que parecía ser revólver negro. Él y otro individuo caminaron apresurados a la vereda, subieron a una motocicleta y huyeron hacia Villa Fátima. Esquivaron a los minibuses que iban por delante, llegaron a la esquina donde comienza la calle Agustín Saavedra, en la que se encuentra el Complejo Cultural Taypi, por donde siguieron su camino. La motocicleta era conducida por el hombre de negro y detrás estaba sentado otro que llevaba, pese a la agradable temperatura, una parca verde claro con la capucha puesta y llevaba el maletín que habían quitado a su víctima.
Un testigo relató a este medio que el ingeniero O’Connor recogió dinero del Banco Unión poco antes, pero no especificó de qué sucursal. “Es mi amigo, cuando hablamos (hizo el ademán de tener un celular) me dijo que estaba en el Banco Unión”. Autoridades de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC) que acudieron a la escena del crimen averiguaron que habían retirado 450.000 dólares, que los asaltantes se llevaron.
La víctima, natural de Tarija pero residente en Santa Cruz, había llegado a la ciudad de La Paz un día antes. Después de salir del banco, O’Connor se trasladó en una vagoneta negra con dos amigos y su hermano al mencionado lugar para cerrar un trato. El testigo refirió que “el ingeniero llegó con Gonzalo A., que es abogado, porque aquí vive el doctor, pues tenían que hablar” sobre ese tema. Este jurista y O’Connor descendieron del vehículo. El primero abrió la puerta del edificio y se aprestaban a entrar, cuando Gonzalo A. sintió que lo empujaban por la espalda, quedó aprisionado detrás de la puerta metálica y le ordenaron que permaneciera inmóvil.
“Todo fue tan rápido —dijo Gonzalo A.— que no pude verlos”. Gonzalo A. es familiar de la esposa del presidente interino de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), Santos Ramírez. El abogado de la familia del ingeniero asesinado, Johnny Castelú, declaró a la red Bolivisión que O’Connor era funcionario de una empresa que trabaja para YPFB y que había llegado a La Paz para cobrar los 450.000 dólares y volver a Santa Cruz. El relato Los delincuentes encañonaron a O’Connor y lo empujaron al zaguán, donde lo redujeron; la Policía presume que se resistió y le dispararon en el cuello. Castelú dijo que el proyectil le atravesó la yugular y que por ello se desangró. Luego de arrebatarle el dinero huyeron.
El maletín contenía el dinero y una laptop. O’Connor fue subido a la vagoneta en la que llegó, aunque ya agonizaba, y lo trasladaron al Hospital Arco Iris, pero falleció poco después. El hermano del occiso, desconsolado y entre lágrimas, aseguró que eran varios delincuentes y que todos estaban armados. “Eran hartos, con unas escopetas, todos armados, yo manejaba (el vehículo), entró (Jorge) y ahí le quitaron las bolsas y sólo pude sacar a Jorge, que se desangraba”. El comandante de Radio Patrullas, José Luis García, indicó que los atracadores portaban al menos una escopeta corta.
Testigos coincidieron en que una vagoneta Caldina verde se estacionó cerca del lugar, de ésta bajaron hombres armados y en ésta escaparon. Otra persona indicó que la mitad de los rostros de los asaltantes estaba cubierta con “algo negro”. Al menos tres patrullas del 110 acudieron al lugar de los hechos, también llegaron el director nacional de la FELCC, Fernando Figueredo, e investigadores de Homicidios. El Grupo Delta se movilizó armado por las zonas Miraflores y Periférica y, según Figueredo, en esta última, detuvo al menos a tres sospechosos y los trasladó a la fuerza anticrimen, donde los interrogaban hasta la tarde de ayer. El fiscal Luis Mamani informó que otro hombre fue detenido al mando de una motocicleta roja en el barrio de Munaypata.
El perfil de la víctima Jorge O’Connor D’Arlach (37) pertenecía a una distinguida familia del departamento de Tarija, donde su muerte ha causado conmoción en gran parte de la población, conforme a los datos del diario Nuevo Sur. O’Connor D’Arlach era uno de los propietarios de la empresa Uniservice, que se dedica la construcción de carreteras y los servicios petroleros. El padre del malogrado empresario, quien lleva el mismo nombre de la víctima, es rector de la Universidad Privada Domingo Savio de Tarija y fungió como Ministro de Hidrocarburos y Energía durante el Gobierno de la Unidad Democrática y Popular, en 1982. De acuerdo con los datos proporcionados por el mencionado diario tarijeño, el fallecido poseía domicilios en ciudades del eje del país, como La Paz y Santa Cruz de la Sierra, donde radicaba últimamente por sus negocios. El abogado de la familia O’Connor D’Arlach, Johnny Castelú, confirmó que el occiso llegó el jueves a La Paz para cobrar los 450.000 dólares por los servicios que la empresa de la que es funcionario presta a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB).
Castelú exteriorizó su esperanza en que el procedimiento forense de la autopsia concluya lo más pronto posible, a fin de que el cuerpo del infortunado sea trasladado cuanto antes a Tarija para que reciba sepultura, con cuya finalidad, incluso, se ha contratado una aeronave. La familia del fallecido es dueña de la empresa Uniservice. Hace algunos meses, esta empresa se vio envuelta en un escándalo consecuente de haber formado sociedades accidentales con el hermano del prefecto tarijeño, Mario Cossío, las que, presuntamente, recibieron la concesión de obras del gobierno departamental. (la crónica apareció en La Prensa de La Paz)
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