Mientras Chile y Argentina compiten intensamente para copar el mercado de litio de las próximas dos décadas, Bolivia desaprovecha propuestas concretas
Durante las últimas semanas, más precisamente desde que en las páginas de este matutino se publicaron los primeros datos sobre la caída de las reservas de gas de nuestro país, una inmensa confusión parece haberse apoderado de quienes tienen a su cargo la toma de decisiones en materia energética en nuestro país.
Afirmaciones como que Bolivia cambiará su matriz energética para utilizar el litio como un “combustible” alternativo a los hidrocarburos, que producirá energía nuclear a partir del mercurio o que planificará el desarrollo del sector con miras al año 7014, entre muchas otras, son algunas de las frases que han causado tanta preocupación entre los bolivianos conocedores de la materia como regocijo entre los responsables del sector minero y energético de nuestros principales competidores: Chile y Argentina.
La alarma entre los expertos nacionales tiene dos principales fundamentos. Uno, que a cuatro años de gestión gubernamental todavía no se vislumbra ni un ligero asomo de una política de explotación de litio digna de tal rótulo. Lo que hay son puras declaraciones de buenos deseos pero nada que esté a la altura del reto, tal como ocurre con la tan mentada industrialización de los hidrocarburos. “Estoy soñando… ayúdenme a soñar”. Esa frase, dicha por el presidente Morales, es la que más elocuentemente sintetiza el espíritu que anima a la estrategia boliviana sobre el futuro de nuestro país en el escenario energético internacional.
El segundo motivo de alerta es que si bien Bolivia tiene las mayores reservas de litio del mundo, está lejos de ser el único potencial proveedor de este recurso. Chile y Argentina, por ejemplo, con sus relativamente pequeñas reservas –si se las compara con las del Salar de Uyuni– pueden satisfacer abundantemente la demanda mundial de los próximos años.
Ambos países tienen ya muy avanzadas negociaciones con las más importantes empresas del sector del mundo y están modificando su régimen legal para brindar las mejores condiciones. Chile reformará la ley sobre concesiones mineras para facilitar las inversiones en el salar de Atacama y negocia con la canadiense Sales Lithium, la australiana Talison Lithium, la tercera productora mundial después de las chilenas SQM y SCL Chemental, que controlan ya un 42 por ciento de la oferta total.
Argentina, por su parte, negocia con la canadiense Latin American Minerals para que acelere sus proyectos de desarrollo de litio y potasio. Ya vende litio a Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, China, Rusia, Japón y Holanda –un 6,6 por ciento de la demanda mundial– y tiene firmado un contrato de inversión de 170 millones de dólares con Mitsubishi para Salta y Catamarca. Además, en Jujuy, Toyota junto a la australiana Orocobre Ltd. se preparan para satisfacer la demanda de Toyota Tsusho, tercera comercializadora mundial de litio.
Mientras tanto, el horizonte en el que tiene puesta la mirada el Gobierno boliviano es... el año 7014. Y después de haber despreciado las propuestas de la coreana Kores, de Mitsubishi, Suminoto Corporation, de la china Citic Guouan, de la estatal Japan Oil y la francesa Bolloré, ha optado por privilegiar las negociaciones sobre el litio con la República Islámica de Irán.
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