¡Cuánta sabiduría en tus designios! Así como un día el super hombre (Superman) de la creación hollywoodense murió a los 52 años, presa de parálisis extrema quizá porque pretendió superar con su fuerza y velocidad a tus demás criaturas, así también el moribundo de hoy, arrogante, pretensioso, pagado de sí mismo otrora, está hoy postrado en un lecho, sin articular palabra, sin mover un dedo, ni poder abrir los ojos para dirigirlos a Ti que eres la bondad, el amor, el Único que puede de veras perdonar y olvidar...
De qué le valen los ejércitos de somnis enfundados en sus fierros, despidiendo odio por la piel, aferrados a tanques y metralla, dispuestos durante el día y por la noche a cegar vidas humanas, al exterminio y destrucción de los árabes, de los palestinos que tienen la desgracia de ser sus vecinos, de estar desarmados, de ser incapaces de oponerse a tanta calamidad que provocan los hombres del moribundo a nombre de su supremacía, a nombre de varios miles, si acaso no millones de judíos que han puesto en sus manos los fusiles y las balas que nunca se acaban, que disparan día tras día, desde hace 57 años sin parar. ¡Que ocupan, quién lo diría la Tierra Santa!, ¡Tu casa, Tu heredad!
El moribundo está ahí, apiádate de él, porque él no tuvo piedad ni de niños ni de ancianos, hombres y mujeres por igual sucumbieron a su palabra de: ¡Fuego a discresión!
Que la magia de la fe, nos ayude a entender este signo. El todopoderoso de ayer, hoy es una piltrafa humana! Nada tiene, nada vale! Todo el mal que hizo durante su larga vida de mandón y genocida paraliza sus músculos, ciega su vista, tapia sus oídos. Qué tremenda lección!
Termina ya sus horas, aunque no ha sufrido bastante por todo el mal que hizo, la muerte del moribundo curiosamente, nos hará renacer la esperanza y nos podrá hacer pensar en una paz posible, de comprensión y entendimiento entre árabes y judíos, entre moros y cristianos.
Apaga ya ese soplo de vida, con que señalas al más sanguinario y mortífero de los iluminados del siglo. ¡Termina la vida del moribundo!
Amén
Mauricio Aira
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