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lunes, 9 de febrero de 2009

ligado a las tradiciones más sentidas del alma boliviana, enrique bachinelo desde san francisco evoca Oruro y el Canaval convertidos en patrimonio.


No es un juego de palabras ni una expresión con sentido irónico o satanizar a la ciudad de los diablos: Oruro. Lo que acontecerá es que, en este mes de febrero de 2009 esa villa rememora sus lauros independentistas y en fecha muy próxima corre el gran carnaval que, el año 2001, la Unesco declaró a esa actividad artístico-cultural su carnaval "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad"; reconociendo así el valor religioso y cultural que expresa esta festividad a través de la música y la danza.
Oruro-Bolivia ciudad altiplánica enclaustrada entre sus cerros y arenales, celebra el 10 de Febrero su grito de Libertad y, al decir de los pergaminos de la época, los acontecimientos tuvieron ribetes trágicos cuyo entorno fue el levantamiento campesino golpeando el dominio de los chapetones de la época por las exacciones que sufrían por manos de los barbudos y brutales dominadores.
Sus pergaminos dicen que la ciudad fue fundada el 1 de noviembre de 1606, por el Oidor de la Real Audiencia de Charcas Manuel de Castro del Castillo y Padilla, como un centro minero de plata en la región de los Urus. Se le llamó "Villa de San Felipe de Austria" en honor al monarca español Felipe III. Fue la única villa española de la actual Bolivia, que fue diseñada por ingenieros, en forma de damero, respetando los nuevos sistemas urbanos europeos de aquella época (Siglo XVII) A tal efecto se mandó destruir los caseríos construidos a finales del Siglo XVI. Para el día de su fundación, Oruro ya contaba con 15.000 habitantes entre mineros españoles, criollos, negros e indígenas de las etnias "Uru", "quechuas" y "aymaras".
Está corriendo el año de 1871, Tupac Amaru enarboló la táctica de establecer alianzas entre indígenas y criollos. Donde mejor funcionó tal alianza fue en Oruro: los criollos (propietarios de minas y artesanos) a la cabeza de los hermanos Rodríguez y del teniente Sebastián Pagador se enfrentaron, junto a los indígenas, contra los abusos impositivos de los españoles.
El eje indígena-criollo del 10 de febrero fue muy efímero, como todos los cortos veranos. Los criollos buscaban mantener sus privilegios señoriales y los indígenas exigían proclamar como su gobernante y rey al inca Tupac Amaru II. El choque fue inevitable, los criollos en el poder reprimieron sangrientamente las ansias libertarias de los indios, ya ex aliados, y en medio de la ruptura perdió la vida Sebastián Pagador, se dice en manos de los propios indígenas.
El fracaso de la alianza entre criollos e indígenas posibilitó, el 1 de noviembre de 1782, el retorno del gobernador Ramón Urrutia y las Casas, quien al retomar el poder se vengó con terror y furia de aquellos orureños que se alzaron contra el rey Carlos III un año antes. Cientos de cabezas de indígenas y criollos degollados fueron expuestas en aquella Plaza de la Gobernación que, tras la creación de la República en 1825, vendría a llamarse “Plaza 10 de Febrero”.
El 25 de febrero del año que corre, viene cantando el carnaval de esa bella ciudad sembrada en medio de sus quirquinchos y arenales y lagunas de aguas termales. No faltan remolinos de colores ni giros acrobáticamente increíbles ni sonrisas coquetas y fulminantes en el Carnaval de Oruro, un verdadero abanico del folclore boliviano, una fiesta impregnada de tradiciones y envuelta por el misterioso halo de las leyendas, porque la Virgen defendió al pueblo de los ejércitos de hormigas, víboras, sapos y lagartos, enviados por Huari, un dios Uru (antigua cultura pre-hispánica), que por esas cosas de la evangelización, se convirtió, de pronto, en diablo.Valiéndose de sus influencias divinas, la Virgen del Socavón, que en ese entonces era conocida como la Candelaria, destruyó a las plagas enviadas por Huari. Las hileras de voraces hormigas se transformaron en granos de arena, mientras que las víboras, sapos y lagartos, se convirtieron en piedras.
Al sentirse perdido, el dios que se volvió diablo, buscó refugio en el interior de las montañas repletas de plata, zinc, estaño y antimonio. Nunca más regresó, nunca más quiso enfrentarse a la Virgen, que empezó a ser venerada por los hombres de las minas, quienes se disfrazaban de demonios para representar en una colorida danza, la lucha eterna entre el bien y el mal. Así le rendían culto a su patrona.
Con el paso de los años, los homenajes a la Virgen se mezclaron con las celebraciones paganas. Así nació esta fiesta de características únicas y particulares, porque la peregrinación de los mineros se tiñó con los deslumbrantes matices del carnaval; y el carnaval disfrazó su alegría y desenfreno con ropajes de religiosidad. Días de carnaval, oraciones, brindis, golpes de pecho, estruendo de tambores, calles afiebradas en las que bailan los caporales, los diablos y los morenos. Baila Oruro. Baila Bolivia.
El Santuario del Socavón ubicado al Pie de la serranía central, en el sector Oeste de Oruro, constituyó desde antaño centro ritual Uru, donde todavía, en la época de la fundación de la Villa, se practicaba el juego del ayllu que era una representación de la caza de la vicuña. El Santuario aparece hacia 1.781 como un templo denominado Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana. En él se venera a la Virgen de la Candelaria, patrona de los mineros, que localmente recibe el nombre de Virgen del Socavón. Se trata de una extraordinaria imagen no mestiza, pintada sobre un muro de adobes, que a su vez formaba parte probablemente de un muro interior, entre fines del siglo XV y principios del siglo XVI. En su honor se realiza la fastuosa Entrada Folclórica del Carnaval.
Así, por las casualidades del calendario de las pampas de Oruro, esa ciudad rememora su grito libertario y también cantará en su carnaval con el fervor a la virgen del Socavón y bailará llevando su alegría a las puertas de la mina del Socavón; allí, ceremoniosamente entre incienso y alcohol, renovará sus promesas de continuar bailando el venidero año, con religiosidad postrado en las duras piedras del cerro orará implorando la bendición de la virgencita y pidiendo fervientemente que le de más suerte para seguir explotando las vetas del socavón: Nacimiento, vida y muerte del minero boliviano. “En un país erosionado, la tierra seca se va con el viento, la gente muere y ninguno tiene importancia, excepto, aquellas personas que practicaban el arte. Mil años hace que la economía parezca ridícula pero, una obra de arte perdura para siempre”. Ernest Hemingway.

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