Según analistas entendidos en la materia, son varios los factores determinantes del actual desabastecimiento de combustibles, situación que de forma patética la reflejan, particularmente en Santa Cruz, las colas interminables en surtidores que en menos de dos o tres horas agotan sus reservas, provocando íntima y furiosa rabieta en conductores de automóviles y camiones, por la frustración y la pérdida de tiempo que les significa estas largas e inútiles esperas.Las causas principales no son tanto referibles a deficiencias operativas de YPFB en la distribución de gas, diésel y gasolina.
Tampoco al hecho de que un determinado porcentaje de los energéticos sea contrabandeado a países vecinos, concretamente a Perú y Brasil, por ‘bandas’ obviamente conectadas con ciertos niveles inferiores de aquella empresa estatal. Deficiencias, claro que las hay, sobre todo en lo que concierne a control y seguimiento en la ruta que siguen los energéticos desde los centros de almacenaje a los surtidores. Incentiva el contrabando el bajo precio de los combustibles en Bolivia, que están subvencionados por el Estado.
Ciertas gavillas aprovechan esta circunstancia para hacer ‘el negocio del turco’: compran barato en Bolivia (gas y gasolina) y venden caro en Perú y Brasil.Pero, a pesar de tan censurable tráfico, en años anteriores no se tuvo que lamentar desabastecimiento alguno de hidrocarburos. La producción nacional de energéticos sobraba y bastaba para satisfacer la demanda interna, honrar los compromisos de exportación con países vecinos y dejar que cierto volumen de lo producido se vaya al contrabando…En realidad, la causa del actual desabastecimiento de energéticos se halla en un creciente desequilibrio entre una oferta que decrece de forma ostensible y una demanda en constante aumento.
Acaso sea Santa Cruz la región del país con mayor gravedad de tan preocupante desfase.Desde la denominada ‘nacionalización’ de los hidrocarburos hasta la fecha, la producción nacional de energéticos cayó un 35%. ¿Las causas? No se hicieron inversiones para incrementar una producción en áreas tradicionales marcadas ya por la declinación natural de los pozos. Se ahuyentó la inversión extranjera con medidas y definiciones estatales que poco menos dieron fin con la seguridad jurídica que el inversor foráneo requiere para seguir inyectando capitales en este sector tan crucial para el país.
Pero lo peor está por venir, porque YPFB no dispone de los casi 10 mil millones de dólares que necesita para reactivar la producción de energéticos, habilitando pozos en viejas y nuevas áreas, a fin de restablecer la normalidad en el abastecimiento al mercado interno y cumplir con sus compromisos de exportación. Corresponden a aquella cifra las inversiones que deben hacerse en los sistemas de transporte, refinación y almacenamiento de combustibles.Entre tanto, la demanda crece y la producción entra en declive, tendencia que proseguirá en los próximos cuatro años, según los analistas. Así que lo peor está por venir. Hoy apenas ingresamos al calvario que nos representará próximamente el desabastecimiento de gasolina, diésel y gas.
(severa advertencia la que nos hace mario rueda peña con la certera visión que le es propia)
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