reproducimos aquí, una de las "columnas de perfil" del ingeniso Alfonso Prudencio, Paulovich:
Como todos los días, fui al Correo para ver si alguien me había escrito una carta desde Nueva York o desde Cochabamba, ciudades donde residen dos viejecitas que fueron mis enamoradas en mi lejanísima juventud y que juraron escribirme todas las semanas como hacían las enamoradas antiguas.Me dirigí a la ventanilla del reparto general de cartas para ver si alguna de mis ex novias había cumplido con su promesa formulada hace décadas y entre lágrimas, pero una vez más la empleadita del Correo (que hoy se llama Ecobol, Empresa de Correos de Bolivia) me dijo con tristeza: “No tiene usted nada y eso es porque ahora las enamoradas utilizan el correo electrónico o el teléfono, porque ya casi no existe el epistolario sentimental y casi se puede decir que ya no existe el estilo de las cartas de amor”.Aparecieron otros empleados y con mi natural despiste les pregunté por mi pariente Édgar, que fue gerente de Correos hace 30 años y que manejó correctamente esas dependencias; una empleada viejita me dijo que él vivía en Cochabamba y otra más joven me comunicó: “Mi amigo ‘Tony’ Penacho, caballeroso gerente, también ha dejado ese cargo y ahora Correos de Bolivia pertenece a los ponchos rojos por su cuota de poder”.De esa manera me enteré de que el señor Marcel Javier Vargas Ortiz es el nuevo gerente de la Empresa de Correos de Bolivia, que había jurado desempeñar su cargo ante el ministro de Obras Públicas, Oscar Coca, que le dijo con voz solemne: “Si cumple juramento, que la patria y los ponchos rojos lo premien y si no, se lo demanden”.Al conocer esa insólita forma para posesionar a un funcionario tan importante, prorrumpí en aplausos, lo cual llamó la atención de mis interlocutores, uno de los cuales me preguntó por la razón de mis palmas, a lo que respondí: “¡Qué tipo macanudo el ministro de Obras Públicas! Aplaudo su sinceridad y su franqueza al declarar que los ponchos rojos ya tienen su cuota de poder y serán ellos los encargados de premiar o castigar al nuevo gerente de la Empresa de Correos”.A raíz de ese hecho tan significativo, mis parientes, mis amigos y yo sabemos que nuestras cartas que llegarán al Correo serán cartas bajo el poncho y que las huestes de Achacachi tendrán bajo su mando una repartición tan importante.A partir de mañana continuaré visitando el Correo en busca de una carta de amor procedente de España, o de mis antiguas novias que viven en Cochabamba y Nueva York, y que un día juraron escribirme todos los días, promesa que incumplieron.Seguiré yendo al Correo luciendo siempre un poncho rojo, prenda que me fue obsequiada por ser director y fundador del Achacachi Times.
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