control político de San Román, y los comandos del MNR, y más recientemente a los mal llamados movimientos sociales. Los mazorqueros tenían permiso para matar y llevaban como distintivo para cometer sus tropelías un pañuelo rojo atado al cuello y su logotipo una espiga de maíz de donde asociaban el nombre de mazorca, que en realidad significaba mas+horca, o sea muerte, deguello, fusilamiento.
Abundante literatura refrenda la prolongada tiranía que soportó el bonaerense desde 1832 hacia adelante y se han producido notables novelas como Amalia de José Mármol, Facundo de Domingo Faustino Sarmiento y otras que pintan de cuerpo entero la crueldad de los mazorqueros y conste que fue el agudo ingenio de Winston Estremadoiro que ya en diciembre de 2005 sostuvo que “el equivalente de La Mazorca se ha gestado en los movimientos sociales, prósperos negocios del kilombo en un país de gobiernos anémicos” y en otro momento de aquel profético artículo “en un eventual gobierno del cocalero, el equivalente a la mazorca sería la coordinadora de tutti quanti, cuyo emblema sería la hoja de coca...el pasado terrorista de García Linera propende a la emulación de un Trotsky fundador del Ejército Rojo.” (Por entonces el país, menos Estremadoiro sabían del cordón umbilical que unía al personaje con los emblemáticos ponchos rojos de Omasuyos)
La Mazorca registraba casa por casa, arrestaba, torturaba y mataba. El método era el deguello. Los cadáveres los exponían colgados y las cabezas en picas. No había desaparecidos. Todo estaba a la vista “transparencia” como dirían hoy en día. Los ejecutores eran el brazo armado de la Sociedad Popular Restauradora disponían de todo el apoyo logístico de la policía ordinaria con “retiradas estratégicas” para dejar despejado el escenario de sus actuaciones y librada la suerte de los opositores a la barbarie mazorquera. Se movían por todo el país como hoy de El Alto a Sucre, de Cochabamba a Oruro, nadie podía detenerlos, como hoy se camouflaban de folkloristas o con cascos de mineros, hasta que cuando cayó Rosas, porque todos los tiranos caen un día del árbol del poder, los mazorqueros fueron arrestados y juzgados y condenados. Eran exsoldados rasos, expolicías, serenos o ladrones. La escoria. Es curioso dice un autor que este tipo de agrupaciones tomen nombres y símbolos que se refieren a la fuerza de la unidad. (El fascio es un término italiano que significa haz. El fascio romano era un haz de palos delgados con el hacha del lictor o servidor de la justicia. De allí deriva “fascismo”) No faltaron defensores a ultranza de la mazorca bajo el argumento de “es sabido que el que mata por orden superior no es responsable”.
No se puede justificar el crimen, ni siquiera el homicidio político o sea los asesinatos cometidos por las masas como en Cochabamba, como en Sucre, como en Episana, los historiadores dirían más tarde Rosas no cometió ningún crimen, mandó a matar, organizó La Mazorca, que fue un grupo de tareas para combatir a sus enemigos. Tenía eso sí un plan para mantenerse en el poder, una idea maquiavélica, que lo llevó a conservar la vida y exiliarse en Londres donde murió finalmente, sus enemigos no eran los oligarcas, eran “los unitarios” e hizo lo imposible para liquidar a sus opositores, “el que no está conmigo está contra mí”, repetía a menudo y trataba de castigar los delitos menores, el robo de gallinas, los cuatrerismos, pero los grandes medraban a su alrededor, eran favorecidos como en toda autocracia. Rosas fue un criminal? Quizá no directamente, aseguran sus biográfos que son muchos pero usó la violencia para sus propios fines, la violencia oficializada el terrorismo de estado, como se llama después de la Segunda Guerra, la intimidación mazorquera, todo en función de un plan político, “todo por el cambio y la revolución” se diría hoy. Rosas pidió y obtuvo poderes plenos, tradiciones, costumbres, formas, garantías, leyes, culto, ideas, conciencia, vidas, haciendas, preocupaciones, todo lo que fuese poder, “nunca hubo gobierno más popular” dijeron algunos peronistas más de 100 años después. Y es que como escribió Sarmiento “hay un momento fatal en la historia de todos los pueblos y es aquel en que, cansados los partidos de luchar, piden ante todo el reposo del que por muchos años han carecido, aún a expensas de la libertad” En aquel momento se levantan los tiranos que establecen dinastías o imperios, gobiernos sin límite de tiempo ni plazos legales.
La Mazorca no siempre salía a degollar, eso sí todas las noches la ciudad era suya, este cuerpo de policía también echaba lavativas de ají y aguarrás a los descontentos, les provocaba diarreas y sangrías imparables, para terminar con el corte de la yugular, esó sí la cinta colorada al cuello, bien visible de la que los matones se sentían orgullosos.
“Por sus propias limitaciones, creo que en lo hondo del subconsciente, Evo no
quiere ser Presidente. Se siente más a gusto en su rol de Trucutrú de la
política, amenazador de todo y de todos, so pretexto de cambiar las cosas en el
país. No es cuestión de asustar a la clase media, como dice su oportunista
aliado Juan del Granado, sino que lo revela una ojeada a sus planteamientos de
gobierno, que rehúsa debatir para no develar su flaqueza.” Glosa final del
artículo de W. Estremadoiro publicado el 21.11.2005
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