Ni uno ni otro. No sirve el emperro de niño caprichoso y malcriado que bloquea por todo. Tampoco se puede pedir a Dios lo que debimos haber hecho nosotros. Dios no traerá agua para disimular la pereza o la estupidez de nadie. Nadie planificó. Nadie trabajó para que el futuro fuera mejor. Nadie pensó políticas para que no falten agua ni pan. Estábamos de fiesta ocupados en construir palacios y ahora tiene Dios que mandarnos desde el cielo lo que nosotros malversamos.
Peor aún. No es que no se haya planeado un futuro mejor. Se ha trabajado y se ha planificado todo lo contrario. Quieren y exigen que talemos hasta el último árbol. Entregan a las petroleras lo que habíamos reservado para nuestra protección. Destruyen a conciencia la naturaleza, pero quieren que pidamos a Dios el agua que ellos espantan. Se ha planificado contra la vida. Se ha actuado contra la naturaleza y contra la pachamama y Dios, aparte de cargar con el desastre, debe traer el agua que hemos convertido en imposible.
Saben perfectamente lo que hay que hacer. Son hermosos sus discursos sobre la seguridad alimentaria. Pero son mentiras, porque no les importa. Las acciones son contra la ecología y contra todas las seguridades. El eslogan es el vivir bien. Mentira. Cuando hay plata de por medio, lo último que les importe son la vida y su bondad. Revolución ya no es la creación de una nueva realidad. Es la destrucción del futuro.
Todo son apariencias. Todo son parches. Todo son paliativos. Palabras bonitas que no esconden la destrucción. Todo son espejitos más crueles que los de los peores conquistadores
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