La situación es igualmente crítica en otras capitales del interior del país, donde la población está sufriendo por la falta de agua para las actividades cotidianas más elementales. Potosí también vive problemas por la falta de lluvias, ocasionándose la pérdida de muchas hectáreas de cultivos y la muerte de ganado. En el caso de Cochabamba, continúa la distribución en camiones cisternas por costos de 3 a 7 bolivianos. Se espera que el Gobierno nacional, las gobernaciones y los municipios adopten medidas urgentes para enfrentar esta aguda escasez.
Cabe recordar que la imposición de tarifas para la provisión de agua potable en Cochabamba desató la denominada ‘guerra del agua’ entre enero y abril del año 2000, con graves consecuencias políticas, sociales y económicas para todo el país. Durante ese conflicto se cuestionó el manejo discrecional de una transnacional para la administración de tan sensible servicio.
Bolivia ha planteado ante las Naciones Unidas que se considere el acceso al agua potable como un derecho humano fundamental, por lo que las autoridades bolivianas deben estar en sintonía con este principio con más inversión pública y privada para garantizarlo.
Se requiere, en este sentido, la participación de la población para evitar el gasto insulso de agua. Es fundamental no lavar los vehículos y aceras con mangueras. Saber que el periodo más óptimo para el riego de los jardines es por la tarde, cuando se pierde el sol para no perder el agua por evaporación. Además, es clave mantener cerrado el grifo en el momento del cepillado de dientes y usar un vaso para este procedimiento. No solo las autoridades, sino la sociedad en su conjunto deben participar en lograr que Bolivia sea un ejemplo internacional en la protección de este recurso natural limitado e imprescindible para la vida
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