De acuerdo a un pormenorizado análisis lingüístico del discurso presidencial del 22 de enero, la expresión “millones de dólares” fue utilizada 632 veces, mientras que “millones de bolivianos” fue repetida en 323 ocasiones, lo que revela un enfoque absolutamente economicista del balance realizado por el primer mandatario, quien habló durante casi seis horas ininterrumpidas al momento de celebrar los diez años de su llegada al poder.
El estudio hecho por el especialista Juan Marcelo Columba Fernández, abunda en detalles sobre esta centralidad del tema económico en el discurso. Por ejemplo, el término “por ciento” tiene 430 apariciones, “inversión” (250 ap.), “crecimiento” (167 ap.), “empresas” (126 ap.) y “recursos” (119 ap.), lo que no deja dudas de que el supuesto éxito del “Proceso de Cambio” está sujeto a la economía, especialmente a la abundancia y a las millonadas que han danzado en estos diez años.
No hace falta un estudio tan sesudo para darse cuenta que el gobierno abandonó hace mucho aquellos postulados del desarrollo integral contemplados en el concepto de “vivir bien” en el que no solo es importante el vil metal, sino la convivencia armónica con la naturaleza, las relaciones humanas, la prosperidad espiritual y la sostenibilidad. Estamos ante la versión de un descarnado desarrollismo, que por cierto, está gravemente amenazado, pues como sabemos, la reducción de ingresos sigue a ritmo acelerado y a juzgar por el pedido de auxilio que ha hecho el presidente (“Evo Morales pide a la comunidad internacional sugerencias para políticas anticrisis”), el régimen no tiene las respuestas para enfrentar los desafíos que se vienen.
Constantemente los gobernantes actuales comparan la última década con el periodo 1985-2005, sistemáticamente vilipendiado como la “oscura etapa neoliberal”. Recordemos que 20 años fue lo que tomó salir de la crisis que dejó “la etapa de estabilidad y de vacas gordas” (similar a la actual) del Banzerato y los años posteriores de caos en los que la izquierda populista puso su cuota de torpeza hasta desencadenar la crisis más dura que nos ha tocado vivir.
Fueron 20 años de reparar errores del pasado, como el estatismo, las empresas deficitarias, las espantosas deuda de la Comibol, la ineficiencia de YPFB, de Entel, del Lloyd Aéreo Boliviano, el abultado aparato estatal, las obras faraónicas y el despilfarro. Todo eso se pudo lograr en un contexto muy diferente al periodo anterior y al que se ha estado viviendo, con precios de las materias primas por los suelos, sin grandes exportaciones de gas y sin el auxilio de la impresionante economía ilegal que hoy aporta grandes sumas de dinero. Pese a todo eso, y al pésimo clima social alentado por los actuales gobernantes, se pudo sembrar, construir un futuro y darle un perfil a Bolivia como eje energético del Cono Sur, potencial que se ha tirado al tacho de la basura.
La conclusión de todos es que gracias a los millones el “Proceso de Cambio” ha podido llevar adelante lo que ellos mismos llaman un “gobierno histórico”, pero como es lógico, cuando la plata escasea, empiezan a verse los errores. Será en crisis cuando se producirá el despertar de la pesadilla y justo en ese momento sabremos si serán necesario 20 o más años para curar la resaca.