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domingo, 27 de enero de 2013

cómo no aprovechar la sabiduría de Carlos Mesa cuando nos ofrece una lectura histórica de los resultados del último censo y aprehender de sus conclusiones para el presente y el futuro


Bolivia ha llevado a cabo muy pocos censos nacionales a lo largo de su historia (quizás sea el país sudamericano que menos ha hecho), apenas 10 en 188 años si incluimos el estudio de Dalence de 1845. En ese tiempo hemos multiplicado por 10 nuestra población, de 1,01 millones a 10,4 millones. En el censo de 1831 se consideraban seis departamentos, el territorio de Mojos y una provincia con estatus especial, el Litoral. El Beni apareció por primera vez como departamento en el cálculo de Dalence de 1845, y el Litoral fue considerado como propio hasta el censo de 1900. Tenía en 1831, 3.800 habitantes y en 1900, cuando ya estaba en poder de Chile, 49.800 pobladores. Pando fue considerado Territorio de Colonias, apareció consignado por primera vez en 1854 con una población de 4.400 habitantes; el primer censo que consideró a Pando como departamento fue el de 1950 con un registro de 19.800 habitantes.
En 1831, el departamento de La Paz representaba el 34 por ciento de la población del país (hoy representa el 26 por ciento), seguido por Cochabamba que tenía el 22 por ciento. En el otro extremo (descontando el Litoral), estaban Mojos con el 0,8 por ciento de los habitantes y Tarija con el 1,8 por ciento.
En general se cree que La Paz comenzó a ser importante demográficamente a partir de comienzos del siglo XX, lo que es incorrecto. El departamento de La Paz se convirtió en el más poblado y en consecuencia más relevante económica y políticamente, en la colonia, desde la segunda mitad del siglo XVIII, y fue el departamento con más habitantes del país desde 1825 hasta 2012, a lo largo de todo el periodo republicano. El actual censo es el primero de nuestra historia en que La Paz deja de ser el primero de Bolivia superado por Santa Cruz. La diferencia es todavía insignificante, algo más de 34.000 habitantes, pero la tendencia demográfica es clara. El índice actual de crecimiento de Santa Cruz es 37 por ciento, mientras el de La Paz es de 17 por ciento, más del doble. A la vuelta de un quinquenio esa diferencia se hará mucho más marcada.
El caso de Santa Cruz es realmente extraordinario. La Paz pasó de 343.000 habitantes en 1831 a 2.741.000 en 2012, esto quiere decir que multiplicó su tamaño ocho veces en algo más de 180 años. Santa Cruz, en cambio, pasó de 41.000 habitantes en 1831 a 2.776.000 en 2012, multiplicó su tamaño ¡78 veces! en ese mismo periodo. Lo interesante es que mientras La Paz tuvo un crecimiento sostenido pero “moderado” en el periodo 1831-1900 e intenso entre 1900 y 1976, Santa Cruz mantuvo un crecimiento moderado hasta 1950 y geométrico desde ese año hasta 2012. En 1950 contaba con 286.000 habitantes, lo que quiere decir que creció 10 veces en 60 años, mientras La Paz en ese mismo lapso creció sólo tres veces.
En 1831 vivían por encima de los 2.000 metros de altitud el 92 por ciento de los habitantes del país. En 2012 ese porcentaje cayó al 63 por ciento, lo que marca un importantísimo proceso de migración. No se trató de una migración espontánea, sino que fue producto de políticas explícitas de Estado acompañadas de inversiones concretas en infraestructura, diversificación económica y desarrollo industrial, impulsadas desde 1942 y que se reflejan claramente a partir del censo de 1976.
La concentración de población en el llamado eje troncal hace que en 2012 el 72 por ciento de la población esté en tres departamentos: La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, generando un eje oeste-este. Esa concentración se daba en 1831 en los departamentos de La Paz, Cochabamba y Potosí, que sumaban casi exactamente la proporción actual, el 75 por ciento del total de la población del país en un eje norte-sur geográficamente mucho menos extenso que el actual eje central, y restringido a la región andina, a diferencia de la distribución geográfica Andes-llanos de hoy.
La faja norte, Pando-Beni, representaba en 1831 menos del 1 por ciento de la población, hoy representa el 5 por ciento. Eso quiere decir que sigue siendo una región del país en la que no hay una planificación de desarrollo y diversificación equivalente a la que se tuvo para Santa Cruz. Algo similar pasa con Tarija que en 1831 tenía algo menos del 2 por ciento y hoy representa sólo un 5 por ciento, aunque tiene casi la totalidad de las riquezas energéticas de Bolivia.
Finalmente, vale la pena citar los casos de Oruro, Potosí y Chuquisaca. Mientras estos dos últimos departamentos registran crecimientos demográficos muy bajos ratificando la idea de los limitados horizontes económicos de ambas regiones desde el censo de 1976, Oruro, contra toda previsión, marca un crecimiento del 25 por ciento, recordando la gran expectativa que se tuvo a principios del siglo XX cuando se pensó que sería la ciudad industrial y nudo de comunicaciones del país. El puerto seco y sobre todo la febril actividad en la ruta Pisiga-Iquiqe, buena parte dedicada al contrabando, parece explicar tal fenómeno.
En suma, la lectura histórica de los censos nos permite apreciar cómo determinadas tendencias están fuertemente ligadas a la economía, a la planificación estatal y a los ciclos que terminan igual que han comenzado.

El autor fue Presidente de la República
http://carlosdmesa.com/ 

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