Se dan manifiestas contradicciones entre los “campesinos” (los antirracistas preferimos este nominativo al de “indígena”) que conformando viejas comunidades nativas viven en la parte central del Tipnis y los establecidos en latitudes sureñas de esta reserva natural, que ahora se identifican con el marbete de “Conisur”.
Los primeros son realmente “comunarios” ajustados a usos y costumbres ancestrales. Viven de la caza y la pesca, de la agricultura básica y, no pocos, de la extracción y venta de madera, aunque a mínima escala de mercado.
No rige entre ellos la propiedad privada. Consideran al Isiboro Sécure hábitat natural cuyo derecho propietario, para una serie de fines, les reconoce la Carta Magna que promulgara el actual Gobierno.
En cambio, entre los campesinos del “Conisur” abundan los “colonos”. Se trata de aimaras y quechuas que huyendo del minifundio o que no encontrando espacio en los atiborrados cocales de La Paz o Cochabamba, se asentaron en la parte sur del Parque Isiboro Sécure.
Lo que más ansían los campesinos del “Conisur” es un acceso idóneo a los mercados, para cuanto producen. Respecto a este objetivo, el proyecto de la carretera Villa Tunari–San Ignacio de Moxos, les cae como anillo al dedo. Ni les conmueve ni les interesa para nada que la ruta, atravesando el corazón del Tipnis, provoque daños ecológico-ambientales de graves consecuencias para los comunarios que viven en aquel lugar.
Las diferencias étnico-culturales agregan lo suyo a las contradicciones de intereses entre esos campesinos colonos y los nativos del corazón del Tipnis.
Así las cosas, estamos ante el riesgo de un corto circuito político-social que el Gobierno debiera conjurar a tiempo. No se hace nada para evitar tan indeseable avería. Por el contrario, tal como lo acreditan los hechos, se mantiene a los polos al borde de la fusión.
Conisur es alentada para pasar de las fintas a los golpes demoledores contra esa Cidob que apoya a los campesinos comunarios del Tipnis. Se pone en sus manos un garrote etiquetado como “Ley de Consulta Previa” no sólo a los habitantes del corazón del Tipnis, sino a comunidades, colonos y cocaleros del denominado “Polígono Sur” de la reserva natural.
Obviamente que los resultados de tal consulta previa serían adversos para los campesinos comunarios del Tipnis, puesto que colonos y cocaleros acusan mayor estatura demográfica. Paso siguiente: abrogación de la ley corta y apertura de la ruta por el corazón del Tipnis. ¿Punto final al conflicto? De modo alguno. Lo único que se conseguiría es que unos y otros se vayan a las manos con furia de Laimes y Juckumanis. Un grave corto circuito cuyas chispas saltarían a muchos sectores sociales y políticos del país. Algo que la más elemental prudencia aconseja evitar.
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