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domingo, 4 de diciembre de 2011

Lupe Cajías con la honestidad que le caracteriza trata de entender, cómo es posible faltar a la palabra empeñada, al honor, al compromiso en forma solapada, con sofismas y mentiras para deshacer lo hecho cuando se refiere a la Ley Corta sobre el TIPNIS

Es difícil entender los capítulos abiertos después de la firma, del discurso y de las declaraciones en torno a la llamada Ley Corta, cuya letra prohíbe un camino partiendo el Tipnis. ¿Cómo es posible preparar un escenario para faltar al honor, a la palabra?
“El Verbo se hizo carne” abre el Evangelio de San Juan para permitirnos ingresar a la profundidad de la palabra. La palabra, la que distingue a los seres humanos del resto de seres vivientes en el Universo; da libertad, refleja libertad; la palabra, el verbo, la letra.
La letra Alfa que nos sumerge en los misterios de la Vida. El Aleph que ensancha el conocimiento de los sabios, de los entendidos. La Cábala, entre los conocimientos de los pueblos más antiguos, no cesa de desentrañar lo oculto, lo escondido detrás de la letra, del verbo, de la palabra.
Por ello, en el hogar, como primera señal de la enseñanza basada en el honor y en el decoro personal, el padre nos dijo: “cumplan su palabra”, o “diste tu palabra”. Aquello significaba: diste tu ser, lo único que tienes como propio: tu verbo, la letra de cada uno de tus compromisos.
Por ello, asimismo, es importante ser puntual. “A las tres”, quiere decir “a las tres”, ni antes, ni después. No es posible justificar el retraso por el bloqueo de una calle, el embotellamiento vial, el imprevisto. Di mi palabra y con ella prometí mi fe: a las tres es a las tres.
Por ello —reitero—, es difícil entender los capítulos abiertos después de la firma, del discurso y de las declaraciones en torno a la llamada Ley Corta, cuya letra prohíbe un camino partiendo el núcleo del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro Sécure, Tipnis. ¿Cómo es posible preparar un escenario para faltar al honor, a la palabra?
Todos los cuentos que nos echan para querer disfrazar, maquillar, no alcanzan para explicar cómo se quiere violentar una Ley firmada hace un mes; el texto literal de una Constitución Política aprobada mediante referéndum hace ya casi tres años y sus relaciones con convenciones internacionales; los decretos presidenciales de 1990; el Decreto Ley de 1965.
¿Qué sucede? ¿No existe alguien en Palacio de Gobierno que se dé cuenta de la gravedad de eludir un compromiso público, rubricado? ¿El ministro Iván Canelas, que últimamente publica libros, ignora la importancia de la palabra, de la palabra empeñada, de la palabra que se dice, sea a la novia, sea al amigo, sea al colega?
Cada ser humano debe saber cómo dar valor a su verbo. Cuando ese ser humano es un líder espiritual con proyección mundial, cada oración es aún más escuchada, grabada, repetida. El presidente Evo Morales fue el único boliviano, entre políticos, artistas, millonarios, con la mejor fama mundial. Incluso se lo propuso seriamente para el Premio Nóbel y son ya muchas las universidades en todo el continente que lo han nombrado Honoris Causa, entre ellas la veterana de Santo Domingo.
Entonces, ¿quién aconseja a su Excelencia faltar a su palabra, romper un compromiso rubricado? Leo las declaraciones de varios ministros, de mujeres parlamentarias de las filas oficialistas y queda la duda, ¿no se dan cuenta del impacto local, nacional e internacional de esa palabra incumplida? ¿No imaginan los informes y comentarios de los diplomáticos acreditados en Bolivia?
Poco esperamos de otros líderes, los que optaron por las estrategias envolventes o por los recursos violentos. En cambio, aún con la popularidad en bajada, Evo es la figura boliviana más fuerte de las últimas décadas. ¿A qué infiltrado le interesa dañarla?
 

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