Seguro que Ud., amable lector, conoce de sobra lo que fueron “progroms”, como una parte de las violentas campañas antisemitas, de las que tenemos recuerdo, en la Alemania nazi. Si Ud. vio las películas La lista de Schindler o El pianista me ahorrará mayores explicaciones sobre lo que fueron los progroms. A modo de breve recuerdo mencionaré los asaltos, incendios, malos tratos e incluso asesinatos practicados por las SS, tropas de asalto nazis, contra los judíos. Los progroms se multiplicaron con el visto bueno del gobierno hitleriano. Y fueron un anuncio del Holocausto.
Pues bien, en Huatajata, cerca del Lago Sagrado, el sábado 7 de este mes, justo cuando el dueño de casa estaba fuera, una turbamulta de campesinos, previamente adoctrinada, asaltó la vivienda del ex vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas y maltrató de hecho y de palabras a su familia. Dígame, querido lector, si este acto de barbarie no merece el título de “progrom altiplánico”. Más grave todavía es que los asaltantes contaban con la tolerancia del presidente Morales y del vicepresidente García Linera, como se supo al día siguiente. También en la Alemania nazi, las SS al mando del genocida Henrich Himler, contaban con la implícita aprobación del führer. ¡Qué honrosa similitud!
Pues en ésas estamos, en una nueva muestra de la mal llamada justicia o jurisdicción originaria. Y, encima, el viceministro de Régimen Interior, Marcos Farfán, tiene el tupé de suponer que lo ocurrido en las cercanías del lago podría ser una “carta de la ultraderecha” que estaría jugando Cárdenas en su presunta campaña política. ¡Qué desfachatez! ¿Es imaginable que Cárdenas ponga a su familia como carne de cañón para su campaña? Se necesita tener una mente muy resabiada para arriesgar una tal suposición infamante.
Por su lado, el presidente Morales escurrió cualquier responsabilidad. Dijo que “no podemos estar cada día en cada casa” (garantizando la seguridad física de las personas y la propiedad privada, se presupone). Y el vicepresidente García Linera, “último jacobino”, como él mismo se califica, le achacó a Cárdenas el grave delito de haber hecho campaña por el No a la nueva Constitución. Unos y otros dieron a entender que aquellos hechos violentos forman parte de usos y costumbres del pueblo aymara. ¿De qué usos y costumbres están hablando? ¿De la brutalidad “comunitaria”? ¿Es éste un motivo de orgullo? Tengo mis dudas. Pero sé, como cualquiera, que los jacobinos de la Revolución Francesa la llevaron hasta el extremo de la guillotina. La propia revolución los destruyó. Es saludable repasar la historia.
El hecho ignominioso de Huatajata ocurre cuando el presidente Evo Morales y su vicepresidente García Linera sí que están en campaña política para las elecciones de diciembre. Pues bien, a la vista de lo ocurrido cerca del lago, y de la actitud permisiva que han mostrado las más altas autoridades del Gobierno, se puede temer un recrudecimiento de los “usos y costumbres” ilegales y violentos del MAS. ¿Qué usos y costumbres o qué derecho consuetudinario puede justificar la aplicación de penas corporales y aflictivas por parte de una multitud enloquecida por agitadores alentados por la permisividad, si no bajo las órdenes del Gobierno?
*José Gramunt es sacerdote jesuita y director de ANF.
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