La muralla del comandante Hugo Chávez sobre Venezuela se ha agrietado el domingo 23, pero a diferencia del niño holandés que detuvo la ruptura del dique tapándola con un dedo, el flujo opositor empieza a ganar fuerza por la grieta. El dedo del comandante no será suficiente para taponar la marea que contesta su modelo autoritario. Los votos antichavistas pasaron de 2,8 millones en 2004 a 5,4 millones, es decir, más del 80% y la mitad de los 11,05 millones de votantes que sufragaron este año. Los del Gobierno disminuyeron, pero cuantitativamente fueron la otra mitad. La tendencia para la era chavista ahora parece la del sol de media tarde, próximo a la penumbra.Es importante subrayar que la victoria en Zulia consolida a la oposición al mando del principal estado petrolero venezolano. A eso se suma Táchira, en los Andes, sobre la frontera con Colombia, lo que anticipa dificultades para las FARC, que, acosadas por sucesivas derrotas en su país, suelen tener en la frontera con Venezuela un pasaje relativamente seguro para escapar del Ejército colombiano. Con el estado de Carabobo, sede de las industrias automotriz y liviana, y Nueva Esparta, que incluye a la isla Margarita, ahora también en el equipo opositor, las próximas partidas no lucen promisorias para Chávez. El cuadro se le complica mucho más al haber perdido Caracas, la capital, y el estado de Miranda. Fue particularmente humillante para Chávez perder el populoso barrio caraqueño de Petare, algo así como el Plan 3.000 cruceño, y luego justificarse diciendo que el barrio estaba poblado por ‘pudientes y racistas’. Ahora, cada vez que los venezolanos canten su Himno Nacional, un estribillo llevará para muchos un mensaje especial: “Y si el despotismo levanta la voz, seguid el ejemplo que Caracas dio”. Los resultados subrayan las limitaciones del llamado ‘socialismo del siglo XXI’ para consolidarse en su propio bastión. Hasta ahora, ese experimento estuvo apuntalado por los precios estratosféricos del petróleo, alimentados por una economía mundial expansionista que elevó también los precios de casi todas las materias primas (ojo: no debe descartarse el desgobierno, la corrupción y el ‘manirrotismo’ que medraron durante gran parte de la democracia pre-Chávez). Esta escalada la sintió Bolivia, aunque sin mayores efectos en la producción (las reservas de gas y la capacidad de producción han disminuido y la minería peligra). Ahora que la recesión es realidad global y los precios del petróleo son un tercio de su valor hace seis meses, los nubarrones para Chávez son más oscuros. El petróleo ha dado a Venezuela ingresos varias veces superiores a los dispuestos para la reconstrucción europea tras la Segunda Guerra Mundial. Pero pese a su ubicación geográfica envidiable, frente al Atlántico y al Caribe, aquel aluvión de dinero no ha sacado a Venezuela de su condición de subdesarrollo. Continúa como monoproductora e importadora de casi todo. El petróleo, que un notable pensador venezolano llamó el ‘excremento del diablo’, representa el 94% de sus ingresos. Comparativamente, aún está debajo de Chile, aunque tenga mayores ingresos: 0,867 de índice de desarrollo humano vs. 0,792 de Venezuela (0,10 es el máximo). Más ilustrativa aún es la expectativa de vida al nacer en ambos: 73,2 años en Venezuela vs. 78,3 años de Chile.Eso explica en parte la frustración de muchos que votaron a favor de la oposición, así como subraya la ventaja de una billetera abultada. Y explica la holgura de los recursos entregados al presidente Morales. Tras los resultados del 23/11, la oposición a Chávez ve ahora que puede ganarle democráticamente y se apresta para nuevas batallas.
* Periodista, http://haroldolmos.wordpress.com
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