El objetivo de esta planta es el de recuperar los licuables de la corriente de exportación de gas a la Argentina (objetivo similar al de la planta de Río Grande respecto al gas exportado a Brasil), pero más importante aún, es el de obtener materias primas para la petroquímica.
La planta separadora tendrá una capacidad de procesamiento de 32,19 MM3D (millones de metros cúbicos de gas por día), casi seis veces más que la de Río Grande; producirá 3.144 TMD (toneladas por día) de etano, 2.247 TMD de GLP, 1.044 BPD (barriles por día) de isopentano y 1.658 BPD de gasolina natural. La inversión será de 608,9 MM$us (millones de dólares). El 26 de octubre de 2011, YPFB firmó el contrato para la construcción y montaje de la planta con la empresa española Técnicas Reunidas por un monto de 498,65 MM$us. La fiscalización es efectuada por Tecna. Las operaciones debían iniciarse el segundo semestre de 2014 pero las pruebas se harán en octubre y las operaciones se iniciarán el primer semestre de 2015.
La planta separadora deberá proveer de etano a la planta de polietilenos y de propano a la de polipropileno. Los demás líquidos estarán destinados al mercado interno o a la exportación. Para el efecto, en julio de 2012, los ministros Sosa y De Vido, de Bolivia y Argentina respectivamente, firmaron una Carta de Intenciones para la compraventa del GLP a ser producido.
Argentina manifestó el interés de comprar 1.240 TMD de GLP, es decir el 55 por ciento de la producción total de GLP. Brasil también habría hecho una propuesta de compra de GLP y de lo que se trataba era de escoger la más beneficiosa para el país (La Razón 18/ 07/ 12).
De acuerdo a la revista de YPFB N¬.7 de Enero-Febrero 2014, el 82 por ciento del GLP producido se exportará, con eso sólo 270 TMD (igual 98.500 ton/año de GLP) quedarían para el mercado interno y para industrialización. Sin embargo, si se exportara GLP, la planta de polipropileno ya no dispondría de la materia prima necesaria para una planta de escala económica.
La planta más pequeña de Sud América es la chilena de Petroquim con una capacidad de 140 mil T/Año, que fue construida hace ya 15 años atrás.
Uno de los problemas que surge respecto a la planta de Gran Chaco tiene que ver con las vías de exportación de los productos obtenidos. Si fuera GLP o etileno, que son líquidos, tendrían que construirse ductos, sea hacia el mercado argentino o hacia el Océano Pacífico. Sería impensable exportar el GLP en más de 120 cisternas de 30 metros cúbicos cada uno, todos los días.
En octubre del 2011, el Presidente de YPFB Transporte aseguró que esa subsidiaría tenderá los ductos para transportar GLP y etano, una vez que reciba los lineamientos de YPFB (La Prensa 29/10/ 2011). A la fecha no se tiene ninguna información ni de lineamientos ni de proyectos para construir los ductos.
Si los líquidos se convirtieran en polipropileno o polietilenos, que son sólidos y teniendo en cuenta que se producirían más de un millón de toneladas por año de estos polímeros y que la Argentina no tiene la capacidad para absorber toda esta producción, se tendría que pensar en vías de exportación a ultramar, aspecto que no ha sido tocado por los diseñadores de los proyectos.
Es posible que la información relativa al tamaño, localización, tecnología, mercados, vías de evacuación y otros, de los proyectos petroquímicos esté contenida en los estudios realizados por Tecnimont que fueron entregados a YPFB el pasado mes de marzo pero cuyos resultados no han sido dados a conocer hasta la fecha.
Otro problema que enfrentaría la planta es la evacuación del gas seco a la Argentina porque Enarsa no ha demostrado ningún apuro en ampliar la capacidad de su gasoducto que actualmente tiene una capacidad de recepción de entre 18 y 19 MMM3/D, suficiente sólo para absorber la cantidad mínima comprometida (deliver or pay) del próximo año. Si la planta procesara 32 MMM3/D para producir la materia prima para las plantas petroquímicas, YPFB se quedaría con un excedente muy grande de gas seco que no podría exportar por falta de capacidad de transporte.
La encrucijada sería crítica si es que no se plantean soluciones inmediatas y urgentes con Enarsa.
El autor es ingeniero químico y petroquímico.
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