Uno no puede apartar el temor de estar ante una manifestación de la frecuente liviandad con la que suelen manejarse los negocios nacionales. En todo caso, aguardemos una explicación plausible de ENDE, que sea capaz de despejar cualquier duda. Invertir en energía es invertir en nuestro presente y nuestro futuro
Hace tres domingos, los diarios publicaron un llamado a licitación ordenado por la Empresa Nacional de Electricidad (ENDE), para el proyecto de energía renovable Misicuni. El llamado solicita propuestas de construcción de la Central Hidroeléctrica Principal de ese proyecto hidroeléctrico, ahora llamado a convertirse en uno de los principales de Bolivia. La obra será la culminación de uno de los proyectos de energía de más dilatada trayectoria en Bolivia: se la espera desde hace cuatro décadas. El valor licitado será de 30 millones de dólares, constituye la parte central del proyecto, cuyo costo será superior a los 100 millones de dólares, en gran parte financiados por el Banco Interamericano de Desarrollo.
De acuerdo a la convocatoria, los ofertantes deberán “presentar ofertas selladas para el diseño, fabricación, transporte y montaje del equipamiento principal” de esa obra hidroeléctrica. El equipo consistirá en dos turbinas tipo Pelton de 40 megavatios.
Deberá estar concluida en 30 meses. Aquel tipo de turbinas es de los mejores para la generación de hidroelectricidad y su invento data del último tercio del siglo antepasado, según leo en Wikipedia.
Como puede verse hasta aquí, todo luce perfecto y encomiable, pues la generación de energía debe figurar entre las principales preocupaciones de todo país que aspira a ser autosuficiente en energía en todas las formas económicamente posibles. En momentos en que nuestra capacidad de generar energía en base a hidrocarburos se encuentra en graves aprietos, con subvenciones al consumo que penden de un hilo, y cuando ha desaparecido de nuestro horizonte la idea de que éramos el centro aprovisionador de energía para el sur del continente, el que se invierta en proyectos como el de Misicuni es alentador. Más aún, cuando la obra proporcionará agua a los valles centrales, una limitación secular en la región.
Hay industrias en Bolivia capaces de emprendimientos de esa magnitud y ofrecen sus productos. Empero, la licitación advierte que las firmas nacionales no serán beneficiadas por ninguna ventaja y concurrirían en igualdad plena de condiciones con las extranjeras.
El último párrafo trae la siguiente condición: “Las ofertas deberán hacerse llegar a la dirección indicada abajo (ENDE, Av. Ballivián 503”, etc.) “a más tardar hasta las 17:30 del 1 de febrero de 2012”. Descontados los feriados, los proponentes tendrían unos 20-25 días hábiles para elaborar y presentar la propuesta. Me pareció que el tiempo era demasiado breve para una operación así, que no considera que muchas empresas conceden vacaciones durante la temporada de fin de año, de manera que el tiempo disponible es aún más exiguo.
Consulté a algunas fuentes, que confirmaron mi impresión. ¿Por qué el tiempo tan limitado? No tuvieron una explicación firme, pero de ser efectiva la suspicacia en torno al tiempo para las propuestas, estaríamos ante algo capaz de prestarse a interpretaciones nada benignas y que no contribuyen a la seriedad de las empresas del Estado. Uno no puede apartar el temor de estar ante una manifestación de la frecuente liviandad con la que suelen manejarse los negocios nacionales. En todo caso, aguardemos una explicación plausible de ENDE, que sea capaz de despejar cualquier duda. Invertir en energía es invertir en nuestro presente y nuestro futuro.
Entretanto, una búsqueda rápida en Internet hace ver que chinos, españoles, argentinos y brasileños están entre los mayores fabricantes internacionales de este tipo de turbinas. Empresas de esos países estuvieron entre las proponentes en una licitación anterior que fue cancelada y substituida por la actual, que cubre bloques de la obra y no su conjunto.
El autor es periodista
El autor es periodista
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