La carretera Villa Tunari-San Ignacio de Moxos es necesaria para el desarrollo “comercial” integrador de dos departamentos más un proyecto con elementos a respetar, revisar y ejecutar.
Primero. Área Natural Protegida. Parque Isiboro Sécure, territorio amazónico de atesorada biodiversidad en recursos naturales hídricos, vegetales y animales. Fronda boscosa selvática plena de especies maderables para colmar la codicia de madereros destructores del planeta; de comerciantes depredadores de animales silvestres y de irrefrenables avasalladores de territorio, colonizadores cultivadores de coca.
Segundo. Área Natural habitada por ciudadanos indígenas: trinitarios, yuracarés, chimanes, poseedores de culturas respetables desde el punto de vista bioético, antropológico, social y de investigación científica. Todos bolivianos con derechos otorgados por la CPE, la Resolución 169 de la OIT, la Declaración Internacional consagrada en NNUU a la cual Bolivia está obligada a cumplir, normas ratificadas como leyes por el Estado. Derecho de las Naciones Indígena Originarios, capítulo IV, artículos 15-16-17-30-31. Todo un régimen donde se privilegia el derecho a la consulta y a la participación benefactora de todos los proyectos públicos y privados que se implementen en el territorio que habitan. Tercero. Proyecto carretero fundamental pero con licitación internacional cuestionada por los términos de costo (sobreprecio), precio referencial elevadísimo, carencia de diseño en el tramo II (vertical nociva), enmiendas inaceptables en favor de la empresa adjudicataria que modifican el aporte de capital y de material, suspenden la garantía a cinco años, reducen la carpeta, anulan el requerimiento de especialistas y finalmente obligan a municipios y gobernaciones de Cochabamba y Beni a aportar una elevada suma adicional (sin consulta ni aprobación de ambas instituciones públicas). En contrario está la afirmación de expertos que con el monto de $us 415 millones es posible construir el doble hasta Trinidad y hasta San Borja, con pavimento rígido y la Sociedad de Ingenieros de Bolivia indica que existe un diseño alternativo para el tramo II al pie de la cordillera que no atraviesa el Tipnis.
No se conoce ninguna respuesta a la solicitud del H. Senado el 2009 sobre estos temas, ni del Ejecutivo, ni de la Contraloría, ni del Ministerio de Transparencia. El proyecto carretero inconsulto es rechazado por los habitantes del área protegida debido a los cuestionamientos expuestos, los objetivos y la falacia de modernización, industrialización, comunicación, tecnociencia, ventajosas en el discurso cuando es más evidente el impacto étnico cultural de conquista que se impondrá sobre los pueblos selváticos, el atentado ambiental y deforestación, el impacto jurídico, la presión y extensión de la frontera agrícola, los cultivos lesivos a la naturaleza y a la humanidad.
Lo más grave y patente es el riesgo de introducción de: Biocombustibles Transgénicos con herbicidas. Opiáceos (marihuana-cocaína) con las temidas consecuencias que esto traerá a la patria en términos de delincuencia, inseguridad ciudadana y desprestigio. Se ofrecerá complementación a la carretera biocéanica favorecedora de los Estados extremos; tema crítico cuando Chile exige reconocer que el Silala es un río y no acepta la revisión del Tratado de 1904, y Brasil nos hiere con sus megarepresas en el río Madera sin respetar el Tratado de río internacional; felizmente, condiciona el crédito a la consulta indígena y el estudio de impacto, rechazando el tramo II. Como tiene que ser. ¡Di tu verdad y…!
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