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viernes, 15 de abril de 2011

nacionalizar fue la droga que mató a la gallina de los huevos de oro de las inversiones sucedida de alucinaciones que provocan el total desencanto del pueblo boliviano en el ilusionismo del gas. Estremadoiro en su columna



Mortal común que soy, poco entiendo del galimatías de las reservas de gas natural en Bolivia. Se dieron a conocer las cifras oficiales, ocho meses después de recibirlas, al tiempo que en propaganda de diagramas coloridos, se remachaba que el país tiene bastantes reservas para abastecer el consumo interno y las exportaciones.

¿Tiene el gas boliviano algún compuesto alucinógeno? Porque si tomamos la acepción de la droga como estupefaciente, el nuestro debe tener algún componente que vuelve zonzo al gobierno. Basta mirar al Presidente de YPFB perorando en base a cuadros –su propio “miente, miente, que algo queda”, decía Goebbels- con los cuales se quiere tranquilizar al país. Él mismo quería convencerse, leyendo y releyendo las cifras, cual mantra lava cerebro así fuera falaz –el mantra, aclaro, no el mandamás aludido.

En el lado de la oferta, las reservas probadas de gas están en 9.94 trillones de pies cúbicos (TCF). Una verdad aparente, porque hay que sacarlo de la profundidad con inversiones. Siguió lo que un experto llamó un “mero ejercicio académico” (como soñar qué hacer si se gana lotería de millón de euros), apilando montos de reservas de gas probables, posibles, contingentes, campos sin certificar y prospectos exploratorios en ejecución, para llegar a una ilusoria cifra de reservas en el orden de 15.5 TCF.

En el lado de la demanda, 3.1 TCF para el consumo interno. ¿Ya se ha dotado de gas domiciliario a todas las ciudades, no hay colas de amas de casa esperando una garrafa, y la mayoría de los bolivianos no cocina a leña?

Luego, asombrosa escritura sobre papel mojado, que si bien el papel aguanta todo, el agua lo hace ilegible. Ejes industriales en el centro, oeste, sur, suroeste, este, noroeste y norte del país. Faltaron puntos cardinales, aunque sugiero un “arriba, abajo, al centro y adentro” de viernes de soltero. Aparte de suplir al Mutún –solo a la mitad de la Jindal- hasta 2017 se instalarían dos plantas de urea, otras dos para convertir gas en diesel mediante procesos de GTL y un par de industrias de polietileno. ¡Media docena de industrias en media docena de años, en país que tardó docenas de años en tener su propia refinadora de estaño!

Las plantas de tercera generación que se implementarán a corto plazo (2011-2012), propiciaron la sospecha de que en YPFB desconocen la “ruta crítica”, método sencillo de programación que, por ejemplo, en la construcción hace que no mezclen cemento y arena sin que los ladrillos hayan llegado a la obra. ¿Ya estarán produciendo las industrias de materia prima para tapones, tuberías y “petrocasas”? ¿Serán ajenos a programar costos de transporte, de materia prima producida en Mutún y Gran Chaco llevada a Oruro?

Después, 10 TCF de los contratos de exportación vigentes con Brasil y Argentina, que, cuidado, tienen cláusulas de cumplir o pagar. ¿Qué pachó, Pacho, con las exportaciones a Cuiabá, Uruguay y Paraguay? ¿Con sueños de los que yo mismo fui preso, de convertir Bolivia en nodo energético del sur sudamericano en base al gas natural? Un experto tarijeño sustentaba que el potencial gasífero de Tarija daba para 300 TCF. Bolivia se veía como el Qatar de América del Sur, moteada de industrias verticalmente integradoras del gas. Estaban en ciernes puertos de licuefacción que acercarían al mar y exportarían gas a México y Estados Unidos. Entonces alguien puso plata y soliviantó a El Alto en la ridiculez de “ni una molécula de gas a Chile” alborotada por el jingoísmo boliviano.

Ahora Chile tiene su planta de LNG, otra en ciernes. Con gas ajeno ofrece el energético al mercado argentino. Perú ya tiene su planta de LNG, sin olvidar el gas domiciliario a la Gran Lima. Cubre demandas en Ecuador, Colombia, México, EEUU, Canadá y Corea; lo ofrece a Chile y Brasil. La Cámara Boliviana de Hidrocarburos y Energía (CAEB), ente no estatal, destaca que la inversión privada llega con mercados, ¿entienden los expertos de YPFB que nadie se tira a la piscina sin saber si tiene agua?
La propaganda oficial machaca que el pueblo boliviano es propietario de las reservas de gas natural y petróleo. ¿Sirve de algo, si no hay gas para encender cocinas? Peor, ante la ausencia de capitales, como en Urkupiña el gobierno desportilla un pedazote de piedra de las reservas internacionales para YPFB: más de mil millones de dólares a un ente estatal cuyo historial de ejecución da para media centena. ¿No se requieren diez mil millones para que Bolivia recupere sitial en producir e industrializar gas, para reemplazar la sangría del diesel importado por gas convertido a combustible?

Aunque el gas natural es incoloro, una canción que ronda mi cabeza es “¿Dónde están tus ojos negros?, quién se los robó, se los llevó lejos de mí”. La respuesta es simple relación directa: las reservas son directamente proporcionales a las inversiones. La llamada “nacionalización de hidrocarburos” las hizo volar cual palomas asustadas a Perú. Brasil descubrió su Presal y construye una planta de fertilizantes nitrogenados en Mato Grosso do Sul. Con gas boliviano para empezar; también pueden traerlo de su mar territorial por el gasoducto Santa Cruz-Sao Paulo, quizá desocupado en el futuro.

Urge asumir que nacionalizar los hidrocarburos fue la droga que mató a la gallina de los huevos de oro de las inversiones. Mientras tanto, las alucinaciones de la propaganda oficial propician un gesto basado en cómo cargaba su canasta la Caperucita Roja.

www.winstonestremadoiro.com
winstonest@yahoo.com.mx

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