Uno de los fundadores del desaparecido ‘imperio soviético’ decía que revolución equivalía al poder soviético más electricidad. Es decir, poder político agregado de energía. La voz de Lenin fue sólo parcialmente escuchada: hubo poder total, pero la energía quedó distante de los planes originales. Cuando estuvo disponible, fue más para la exportación.
La ex URSS necesitaba de divisas fuertes para financiar su comercio con las naciones capitalistas. La ex URSS dependía fuertemente de sus ventas de petróleo y vació gran parte de sus campos para sostener su economía. Una situación parecida tiene lugar en la Bolivia de 2010. La British Gas y Pan American Energy informan de que invertirán hasta $us 500 millones más hasta 2012 para garantizar la exportación de gas a Argentina, vecino con el cual no logramos cumplir un compromiso anterior que obligaba a exportar, a partir de este año, 27,6 millones de m3 de gas natural. Un acuerdo rediseñado prevé llegar a ese volumen sólo en siete años más. Es decir, las inversiones de las dos empresas son para asegurar las exportaciones al vecino país. Un experto petrolero me dice que aun así no es muy seguro que los planes de producción hasta 2012 en el campo Margarita lleguen a cumplirse. Las reservas del campo son grandes, pero en petróleo nunca se extrae la totalidad que yace en el subsuelo. Este ingeniero me dice que un promedio regular llega al 30% de las reservas. El resto es, en gran parte, extraíble, pero a costos mucho más elevados.
YPFB está en deuda con los bolivianos. Dio lugar a esperanzas de industrialización, gas para Mutún, petroquímica y plantas termoeléctricas. Se la suponía una garantía de apoyo sólido para impulsar el desarrollo. Pero su gestión es hasta ahora deficitaria. Ya no se habla de petroquímica ni de termoeléctricas. Apenas de cumplir compromisos incumplidos. La razón es matemática: la producción gasífera no se ha movido desde hace casi cinco años. Los planes iniciales mencionaban que para estos días el país tendría que estar produciendo unos 72 millones de m3 de gas, pero sólo sobrepasa los 40 millones, con los que apenas mantiene la cabeza fuera del agua.
Para llegar a esos volúmenes es necesaria una exploración intensiva, que no está en el horizonte inmediato. El plan quinquenal de la empresa prevé para este año dos pozos (cierto: dos), número ínfimo cuando hace 40 años YPFP llegó a perforar más de 50 pozos en 12 meses. Y el primero de esos dos ya está atrasado: hace pocas semanas las autoridades anunciaron la importación de equipos, lo que hace verosímil pensar que la exploración con ese pozo empezará a fines de este año o comienzos del próximo. El presidente Morales tuvo razón en su impaciencia de hace unas semanas, cuando reclamó que la empresa estatal no invertía. A esto se agrega un aluvión de automóviles que ahogan calles y carreteras del país, lo que presiona por más importaciones de gasolina y diésel. Lo que, a su vez, presiona sobre los recursos nacionales.
Entre tanto, Perú ya inauguró su planta de licuefacción de gas cerca de Lima. Y adivinen quién es el comercializador exclusivo para llevar el producto hasta México (¿les suena familiar el mercado mexicano?): Repsol. México era uno de los mercados del Pacífico al que se esperaba llegar con gas boliviano.
* Periodista, http://haroldolmos.wordpress.com
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