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lunes, 26 de julio de 2010

Argentina requiere de 40 millones de m3 de gas por día. Bolivia no puede venderle más porque no está en condiciones. Así será por mucho tiempo.

Oliver Galak
LA NACION

La crisis energética, que en las últimas semanas volvió a pegar fuerte en la industria y en los domicilios que consumen gas en garrafas, reabrió el debate sobre la brecha que existe en el país entre la oferta y la demanda de gas.

Según varios expertos consultados, durante el invierno la Argentina tiene un déficit de por lo menos 40 millones de metros cúbicos diarios de gas, entre lo que deja de consumir la industria por los cortes y lo que se debe reemplazar en el sector de la generación eléctrica con combustibles líquidos (menos eficientes y más costosos). Si se quisiera pensar en importar esa cantidad de gas, ya sea por gasoducto desde Bolivia o por barco, el país tendría que estar dispuesto a gastar entre 3000 y 5000 millones de pesos extra durante todo el invierno.

Actualmente, se inyectan en los gasoductos del país poco más de 120 millones de metros cúbicos diarios. Además de la oferta local, unos siete millones provienen de Bolivia y alrededor de diez millones (con fluctuaciones) llegan en la forma de gas natural licuado (GNL) por barco al puerto de Bahía Blanca. Pero mientras los productores locales reciben entre 2 y 3 dólares por millón de BTU (una medida que equivale a unos 27 metros cúbicos de gas), el fluido boliviano cuesta US$ 7,21 en la frontera y el del barco regasificador se acerca a los 11 dólares.

"La Argentina está en una situación de extrema vulnerabilidad energética", sostuvo Gerardo Rabinovich, especialista del Instituto Argentino de Energía (IAE) General Mosconi. Según estimó esa organización, para este año el país destinará unos 3000 millones de pesos en gas importado. Y aun así, las industrias y los usuarios de garrafas están expuestos a las restricciones.

"Si se pudiera, habría que importar más", reflexionó, pero aclaró que de Bolivia no se puede traer mucho más porque ese país no puede producirlo (y envía unos 30 millones de m3 a Brasil), y la operatoria en el puerto bahiense impide una frecuencia mayor a la de un buque metanero cada diez días.

Para Rabinovich, con unos 40 millones de metros cúbicos las centrales generadoras de electricidad y las industrias podrían tener gas suficiente y no necesitarían reemplazarlo con combustibles alternativos como gasoil o fueloil.

El economista y especialista en energía Francisco Mezzadri cree que la cifra puede ser todavía superior. De los 50 millones de m3 que están en condiciones de quemar por día las usinas, hoy están recibiendo alrededor de 15 millones. A esa diferencia de 35 millones, hay que agregarle otros 20 millones que se le están retaceando a la industria. "Hace tiempo que el país necesitaría al menos 150 millones de metros cúbicos", afirmó Mezzadri.

Oferta y demanda

Según un estudio que hizo sobre la proporción de combustibles utilizados por la generación eléctrica térmica, en junio último "se ha llegado a cubrir con gas menos de un 40% de las necesidades de combustible". Como ése es un promedio mensual, hubo días en que la situación fue peor. "En 2003 y 2004, había 100% de abastecimiento de gas", recordó Mezzadri.

Cuando el gas no alcanza, se lo reemplaza por combustibles líquidos. En los últimos inviernos, el fueloil representó aproximadamente el 30% del combustible para la generación eléctrica. Pero año tras año está creciendo la presencia del gasoil (aún más caro), que ya incluso supera al uso del fueloil. El fueloil, medido en toneladas equivalentes de petróleo, es 4,7 veces más caro que el gas proveniente de la cuenca neuquina. El gasoil es 6,3 veces más caro.

Según Emilio Apud, ex secretario de Energía de la nación, "en siete años creció la demanda y bajó la oferta". El crecimiento "alocado" de la demanda, explicó, reconoce orígenes tanto en el crecimiento económico como en el congelamiento tarifario. "Para los próximos cinco o seis años, la perspectiva de la Argentina es importar todo lo que falte", dijo, y lo contrapuso a la planificación a largo plazo que encararon otros países. "Chile hace cuatro años se dio cuenta de que ya no podía contar con la Argentina, de la que recibía 20 millones de metros cúbicos por día. Puso dos plantas de regasificación y hoy está en condiciones de exportarnos."

El problema de la oferta, indicó, está relacionado con los bajos precios que reciben los productores locales en relación con lo que cuesta el gas importado. "Se paga poco acá, entonces se invierte poco, se explora poco y se produce poco", resumió.

us$ 11

  • Es lo que cuesta el gas (por millón de BTU) importado en los barcos regasificadores, contra los 3 dólares que reciben por un producto similar los productores locales.

6,3 veces

  • Es la relación de precios entre el gas proveniente de la cuenca de Neuquén y el gasoil que están utilizando las industrias para reemplazarlo, más caro.

LOS POBRES SON LOS QUE PAGAN MAS

  • La mayoría de las familias de menores recursos no tiene acceso al gas natural y, por lo tanto, está condenada a pagar entre cinco y ocho veces más para poder calefaccionar sus hogares. De acuerdo con un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), el 71% de los hogares urbanos tiene acceso a la red, aunque los porcentajes presentan fuertes variaciones de acuerdo con el nivel de ingresos. Entre las familias con un mayor ingreso, el 92% accede a gas por red, mientras que el porcentaje cae al 40% entre el 20% más pobre. "El descenso de las temperaturas pone en evidencia las injusticias que trae asociada la mala calidad de las regulaciones

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