Es curioso lo que está pasando en Chile, cuando se habla de privatizar CODELCO, la poderosa Corporación del Cobre, algo asi como fue nuestra COMIBOL después de la nacionalización de minas, o sea se vive el resurgir del neoliberalismo que ha espantado a los socialistas que están en rebelión contra la Presidenta. Veamos cómo Ernesto Carmona, nos lo cuenta:
Y la represión se excede. Por ejemplo, el senador Alejandro Navarro, del mismo partido socialista de Bachelet, puso un pie en la calzada de la Alameda, en el sector Plaza Italia de Santiago, y de inmediato le cayó a golpes el teniente Manuel Rocco, de las Fuerzas Especiales de Carabineros, armado de un garrote retráctil estilo Guerra de las Galaxias. Tratándose de un senador de la República, que tiene fuero parlamentario, el garrotazo constituye una falta muy grave, pero cuando “los pacos” golpean a un ciudadano común no pasa absolutamente nada. Ayer fueron detenidos y golpeados 670 ciudadanos (as) comunes, todos presuntos (as) electores (as) de Bachelet, quienes probablemente fueron pateados (as) y maltratados (as) en los autobuses de la policía, pero la prensa y el gobierno exhiben como únicas víctimas a unos 30 carabineros lesionados. Para la prensa, el gobierno y la tele, la protesta de la Cut se redujo a “disturbios, saqueos y desmanes”…
El único socialista del gabinete de Bachelet es el ministro del Trabajo. Los principales ministros pertenecen al grupo Expansiva, que cultiva el neoliberalismo más salvaje. Por ejemplo, la actual ministra de Minería Karen Poniachik es una periodista que antes de ser secretaria de Estado entrevistó en la revista Caras a su amigo Andrés Velasco, hoy ministro de Hacienda, quien se declaró partidario abierto de privatizar cuanto antes a la empresa estatal del cobre Codelco, que controla sólo el 38% del negocio con ese mineral. Con estos personajes de Expansiva quiere dialogar la Cut. Es decir, la organización presiona para discutir con el gobierno cuestiones como el derecho de los sindicatos a la negociación colectiva, reglamentar la subcontratación de trabajadores que facilita la evasión de responsabilidades sociales y previsionales a los patrones y otras banderas de la clase obrera arrebatadas por la dictadura.
Resulta simbólico que el mismo día miércoles del “paro” falleciera el hombre más rico de Chile, Anacleto Angelini, de 93 años, también uno de los más adinerados de América Latina. Y en la misma jornada se reunió por primera vez en el palacio de La Moneda la comisión que según Bachelet va a resolver la desigualdad en el país, grupo que comenzó a estudiar sus futuros aportes esotéricos para el bienestar de “todos los chilenos”. Y muchos diputados (¿PS?) que quizás en la mañana manifestaron contra Carabineros, por la tarde aprobaron por un voto la “reforma previsional” que permite el ingreso de los grandes bancos nacionales y extranjeros al negocio de las pensiones privatizadas de los trabajadores, hasta ahora un coto exclusivo de las llamadas Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP). Y la presidenta cenó con la directiva de la Sociedad Nacional de Minería, el sector más próspero del empresariado debido a los altos precios del cobre en el mercado mundial.
Y en este país donde el doble discurso es la doctrina oficial del Estado y de las cúpulas políticas de todos los colores, la presidenta Michelle Bachelet se irguió por encima de las pequeñeces de la lucha de clases y, como si emulara a Bonaparte, esta vez sin hacer “pucheros”, anoche dijo: “En democracia y en mi gobierno, los trabajadores siempre podrán expresar pacíficamente sus demandas y defender sus derechos. Eso sí, hay un límite y yo quiero que todos lo entiendan muy bien”… Así como “la letra con sangre entra”, el mejor “límite” lo fijan… “los pacos” de Bachelet.
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