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lunes, 27 de octubre de 2014

Crepúsculo. Atardecer. Despedida.Final.muchos significados tiene el título de Harold Olmos cuando se refiere a la vertiginosa caída en los precios del petróleo que conlleva la caída del gas natural, para Bolivia menores ingresos cuando tenemos un régimen acostumbrado al derroche, a la bonanza, al gasto insulso, que no sabemos cómo administrará la crisis que está a las puertas.

La caída de los precios del petróleo se ha erguido en peligro inminente para las alianzas de Venezuela, independientemente de sus consecuencias internas en un país todavía agobiado por la incertidumbre económica y profundas fracturas políticas. Los efectos geopolíticos del encogimiento de los ingresos venezolanos pueden ser tan indetenibles como el deslizamiento por un tobogán. Este jueves, las cotizaciones se aproximaron a un piso de 80 dólares el barril, un 25% menos que hace solo cuatro meses, en una confirmación de que hasta fin de año sus ingresos en la gestión sufrirían un bajón colosal.

Esa calamidad está lejos de ser una tragedia aislada. La caída de precios expresa mucho el fracaso de las administraciones social-populistas de América Latina para las que el crepúsculo de Venezuela puede anunciar su propio anochecer. Están cada vez más lejanos los años de 1960 y 1970, cuando Venezuela caminaba segura con la idea de llegar a ser una Suiza sudamericana bañada en petróleo. 

Apoyó la idea con inversiones masivas en educación y salud. De allí salió la Fundación Ayacucho que forjó a miles de profesionales en universidades nacionales y extranjeras en casi todas las áreas del conocimiento, de la educación a la música, de la literatura a la ingeniería, en un tiempo que pareció que el cielo era el límite. Al frente de los logros de algunas dictaduras, notoriamente Cuba, Venezuela oponía los suyos, alcanzados en democracia.

De inmediato, los efectos podrán ser sentidos en las naciones (18) que conforman Petro-Caribe y que se benefician del petróleo venezolano pagando la mitad de lo que pagarían en el mercado abierto. 

El saldo es cubierto a plazos. De ese club es parte también Cuba, con acuerdos adicionales que se traducen en unos 110.000 barriles diarios enviados a la isla, también bajo subsidios, para su refinación y exportación, principalmente a Europa. Esta operación alivió considerablemente la pérdida del apoyo que el régimen cubano recibía de la ex-Unión Soviética. Sin él, Cuba retornaría a la incertidumbre bajo la que vivió tras la desintegración del socialismo real que timoneaba Moscú y que la obligaron a remplazar tractores con bueyes. 

Bolivia navega en la misma corriente ideológica de Venezuela, cuya crisis deberá tener repercusiones, aquí también, en el corto o mediano plazo. Cómo se manejarán esas repercusiones está en la agenda del Gobierno que acaba de ganar una reconducción

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