El drástico ascenso de Bolivia en lo que respecta a reservas internacionales fue resultado de una bienaventurada coincidencia entre la nacionalización de los hidrocarburos y los buenos precios para estos productos en el mercado internacional
A Bolivia le fue muy bien, económicamente hablando, en los últimos ocho años. Su PIB repuntó al 5,2 por ciento, un poco por debajo de los de Chile (5,5 por ciento) y Perú (6,2 por ciento), mientras sus reservas internacionales treparon de 3.000 a más de 12 mil millones de dólares.
Las reservas internacionales tienen funcionalidad crucial en la economía de cualquier país. Si buenas, permiten medidas de control de presiones inflacionarias y acreditan la capacidad del Estado para el endeudamiento externo, despejando dudas respecto a medios de pago en el intercambio comercial en el mercado internacional. Constituyen el pilar de esa confiabilidad que finalmente sostiene la estabilidad macroeconómica.
En el “ranking” de reservas internacionales difundido por un organismo internacional, en América Latina, actualmente, Bolivia aparece en el 8º lugar, por encima de Uruguay, Guatemala, Costa Rica, Paraguay, República Dominicana, Ecuador, Honduras, El Salvador y Nicaragua.
Pero lo de Bolivia es poco en comparación con lo de Brasil (350 mil millones), México (166 mil millones), Perú (63 mil millones), Argentina (45 mil millones), Chile (39 mil millones) Colombia (36 mil millones) y Venezuela (26 millones).
El drástico ascenso de Bolivia en lo que respecta a reservas internacionales fue resultado de una bienaventurada coincidencia entre la nacionalización de los hidrocarburos y los buenos precios para estos productos en el mercado internacional. Muchos expertos califican de impredecible la longitud temporal de este buen ciclo. Podría durar menos o mucho más de lo que se espera.
En todo caso, en lo que concierne a sus ingresos por concepto de hidrocarburos, básicamente, la suerte de Bolivia depende de Argentina y Brasil que son sus principales compradores de gas. Nos veríamos en apuros si dejasen de hacerlo. En ambos Estados hay emprendimientos que apuntan al autoabastecimiento de tal tipo energéticos.
Por tanto, en lo que respecta a los hidrocarburos, son dos los retos que confronta el país a plazo más o menos inmediato: 1) Aumentar sus plantas de producción para exportar más e incrementar los ingresos que le reporta el rubro y 2) Planificar y conseguir la inserción de Bolivia en mercados alternativos para su producción hidrocarburífera.
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