La Conferencia Mundial de los Pueblos contra el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra, celebrada esta semana en Tiquipaya, Bolivia, habría pasado completamente desapercibida, de no haber sido por la colección de bestialidades que pronunció su anfitrión, el presidente Evo Morales, durante su discurso de instalación, con las que no sólo produjo hilaridad entre la gente que lo escuchaba y cierto asombro por su grado de ignorancia en la comunidad científica y académica, sino que se echó a cuestas el resquemor sempiterno de la llamada comunidad lésbico-gay-bisexual-transgénero (LGBT) del mundo entero.
Si el propósito del presidente Morales era llamar la atención de los medios sobre su Cumbre contra el Cambio Climático, convocada por él y auspiciada por el coronel-Presidente Chávez y sus socios del Alba, en contraposición a la reciente Cumbre de Copenhague, de donde salieron con el rabo entre las piernas, la verdad fue que consiguió el efecto contrario: que el sistema informativo global se ocupara sobre todo de sus risibles desafueros y pusiera pocas bolas a las deliberaciones de las 17 mesas y a las conclusiones del evento, recogidas en un farragoso documento llamado, pomposamente: “Acuerdo de los Pueblos”.
En una de esas conclusiones se demanda de la comunidad internacional y de Naciones Unidas “la creación de un Tribunal Internacional de Justicia Climática y Ambiental que tenga la capacidad jurídica vinculante de prevenir, juzgar y sancionar a los Estados, las Empresas y personas que por acción u omisión contaminen y provoquen el cambio climático”. Solicitud a la ONU que no se compadece con el trato que le dieron allí los extremistas de los movimientos ecologista e indigenista, que abuchearon a rabiar a su delegada, la secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, Alicia Bárcena, quien difícilmente alcanzó a leer el mensaje enviado por el Secretario General Ban Ki-Moon. Al final, dejó sentada su protesta: “Venimos con todo respeto a escuchar a los pueblos, nos han invitado ustedes a estar aquí. Si no quieren que estemos, nos podemos retirar, pero creo que es importante que haya diálogo entre los Estados y los pueblos”.
Otra curiosa propuesta del “Acuerdo de los Pueblos” es un referendo mundial sobre el medio ambiente, con el que pretenden llegar a 2.000 millones de personas, mayores de edad, con preguntas tan generales y utópicas, como éstas: “¿Está de acuerdo con abandonar el modelo de sobreproducción y consumismo para restablecer la armonía con la Naturaleza?” y “¿Está de acuerdo con transferir los gastos de guerra a un presupuesto para la defensa del planeta?”. Aparte de eso, formulan un “plan de acción mundial” para que en la próxima Cumbre de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, que tendrá lugar en Cancún, Méjico, “los países desarrollados respeten el marco legal vigente y reduzcan sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 50% y se asuman las diferentes propuestas contenidas en este Acuerdo”.
Todo eso, por importante que parezca, fue prácticamente ignorado por los medios, que se concentraron en buscar reacciones, a diestra y siniestra, sobre los desatinos del presidente Morales: “El pollo que comemos está cargado de hormonas femeninas. Por eso, cuando los hombres comen esos pollos, tienen desviaciones en su ser como hombres. Yo sólo como pollos criollos”. ¿Y qué tal este otro?: “La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, donde casi todos son calvos, y esto es por las cosas que comen. Mientras que en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas. En 50 años, todo el mundo será calvo por culpa de la desnaturalización de la alimentación”. Para rematar, soltó una perorata contra las semillas genéticamente modificadas o trasgénicas, en abierta contradicción con el hecho de que allí se siembran por montones, especialmente en la región de Santa Cruz de la Sierra, y sus productos exportables le generan importantes divisas a Bolivia.
El cuento de que los únicos pollos sanos y que no “afeminan” a los hombres son los que se alimentan de desperdicios caseros y se crían en los solares campesinos e indígenas, no se lo cree ni el propio Evo, que bastante pollo de granja habrá comido en las múltiples giras y cumbres a que asiste con frecuencia. Y en cuanto a que las aves son inyectadas o alimentadas con hormonas para acelerar su crecimiento y engorde, es una antigua “leyenda negra”, desmentida por la ciencia avícola y contrarrestada por amplias campañas de la industria del ramo, en las que se demuestra que no sólo sería una práctica inútil, inefectiva y con efectos nocivos sobre las aves, sino que su costo la haría antieconómica.
Pero bueno, los demagogos se creen con derecho a decir cualquier barrabasada para engañar audiencias. Sólo que esta vez a Don Evo se le fue la lengua.
energía porque todo lo hace el hombre para tener fuerza y la fuerza es energía muchas veces mal empleada para su propia destrucción. hambre porque millones de seres no tienen que comer mientras otros hacen guerras y se gastan ingentes cantidades en sostenerlas. de todo un poco lo curioso, lo extraño, lo sorprendente e ignorado.
Vistas de página en total
domingo, 25 de abril de 2010
"los demagogos creen que puede decir cualquier barrabasada" asegura El Mundo de Bogotá
Los demagogos se creen con derecho a decir cualquier barrabasada para engañar audiencias. Sólo que esta vez a Don Evo se le fue la lengua.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario