Con el compromiso de seguir protagonizando la faceta cultural de la fiesta mayor de los cochabambinos, la Asociación de Fraternidades Folklóricas Virgen de Urkupiña, este jueves 29 celebra sus 33 años de fundación.
Según su principal directivo, Antonio Villarroel, este nuevo aniversario coincide con la declaración del Día Mundial de la Danza que se recordará con una serie de actos en el mundo entero.
Informó que la Asociación es resultado del esfuerzo de muchos fraternos, algunos fallecidos y otros aún con vida, que continúan ofrendando su apoyo por el bien de la fiesta de Urkupiña, que ahora es todo un fenómeno religioso, cultural y social, donde no puede estar ausente el hecho folklórico.
Villarroel informó que los 33 años serán celebrados de manera austera, pero muy comprometidos con el devenir de la fiesta de Urkupiña, que ya es Patrimonio Cultural de Bolivia desde el 2003 y tiene gran proyección internacional.
Dijo que este año, coincidiendo con la consagración del Año Mundial de la Danza y del Bicentenario de la Gesta Valluna, la totalidad de fraternidades folklóricas afiliadas participarán de las dos promesas a la Virgen de Urkupiña. La primera promesa será el 3 de junio coincidiendo con la fiesta de Corpus Christi y la segunda el 1º de agosto, agregó.
"La Asociación como todos los años viene organizando la tradicional Entrada de Urkupiña, con la incorporación de grandes novedades e innovaciones en el ingreso y participación de las fraternidades, siempre inspirados en la Virgen de Urkupiña a cuya devoción bailan cerca de 10 mil personas haciendo grandes esfuerzos físicos y gastos", agregó.
Según varios investigadores, la faceta folklórica es un complemento indispensable de la fiesta religiosa, ya que no es posible imaginar Urkupiña sin la presencia de la juventud agrupada en fraternidades y protagonizando actos de fe y devoción que fascinan, consternan y alegran los corazones, pero también reafirman nuestra identidad cultural a través de la revalorización de las danzas y el folklore.
La tradicional Entrada folklórica se remonta a la década del 50 del siglo pasado, cuando la festividad de la "Mamita Asunta o Urkupiña", era una fiesta eminentemente campesina y con amplia participación de indígenas de Quillacollo, Tapacarí, Ayopaya y otras comunidades rurales.
El 12 de septiembre de 1952 se organiza el Centro Cultural Diablada Quillacollo, bajo la influencia de migrantes de Oruro que enseñan los primeros pasos a los danzantes de esta fraternidad, integrada en su mayoría por trabajadores de la fábrica Manaco dirigidos por Luis Merino, Florencio Coca, Nicolás Quiroga y otros.
La majestuosidad de esta fraternidad, tanto por su número, coreografía, vestimenta y la impresionante banda contratada expresamente de Oruro, hacen de su primera presentación un gran suceso social y cultural que cambiará el rumbo de la fiesta y la propia población de Quillacollo.
A partir de este hecho, la Entrada de Urkupiña se va institucionalizando y se advierte una fuerte irrupción del quillacolleño en la fiesta, imponiendo su propio sentido e identidad, pero con fuerte influencia orureña. Paralelamente comienza el desplazamiento de los grupos autóctonos.
La influencia de la Diablada contagia rápidamente en el ánimo de otros grupos sociales de Quillacollo, dando lugar al surgimiento de las fraternidades: Morenada Matarifes, Waka Tokoris Urkupiña, los Reyes Incas de Tapacarí, además de tobas y negritos de Vinto. Sobre la base de estas fraternidades, en 1973, se conforma el Comité de Conjuntos Folklóricos y luego después de mucho transitar, el 29 de abril de 1977, se funda la actual Asociación de Fraternidades Folklóricas Virgen de Urkupiña.
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