El litio en el salar de Uyuni se ha convertido en uno de los temas más importantes de la agenda económica y, por lo que se ve, será incorporado como parte del debate político con vistas a las elecciones presidenciales del 6 de diciembre. El presidente Evo Morales propone la industrialización del litio y tiene a una parte del Ministerio de Minería ocupado en ello, mientras que el candidato opositor y ex mandatario Jorge Tuto Quiroga propone convertir a Bolivia en la capital de las baterías de litio.
Habrá que remarcar y destacar esta coincidencia, algo poco común en estos años de confrontación. El líder del MAS y el liberal dirigente de Podemos señalan la enorme importancia de explotar el salar de Uyuni, que cuenta con una de las reservas más grandes del mundo en recursos evaporíticos, entre ellos el litio.
Considerando la necesidad de desarrollar energías alternativas en el mundo, es imprescindible impulsar la producción de los recursos que se hallan en la provincia Nor Lípez, del departamento de Potosí. Sí, pero con una gran dosis de seriedad y de cautela, dada la amarga experiencia que los bolivianos han vivido con la frustrada posibilidad de explotar el litio a principios de los 90.
En este caso lo que corresponde a las autoridades y a los opositores es que aborden este tema con los pies sobre la tierra, no como una bandera fácil, que, en el futuro, puede tener serias consecuencias para las aspiraciones de los bolivianos.
Las actuales autoridades admitieron que la primera fase de industrialización del litio en el reservorio del salar de Uyuni en Bolivia requerirá de unos 800 millones de dólares. Pero, el Gobierno apuesta a que Bolivia se haga cargo de la industrialización de la primera fase, para obtener carbonato de litio, y que la segunda etapa, como la fabricación de baterías de litio, cuente con inversionistas privados.
Mientras tanto, se instala un proyecto piloto para la industrialización del litio, en el que se invirtieron $us 5,7 millones. La planta se halla en el delta del Río Grande, provincia Nor Lípez. Si las cosas marchan, podría estar produciendo 40 toneladas de carbonato de litio por mes.
Debajo del salar de Uyuni se calcula que hay unos 12.000 km2 ricos en recursos evaporíticos y en Coipasa alrededor de 3.300 km2. De todo ello, el informe de Jubileo calcula que la disponibilidad de litio sería de al menos 9,5 millones de toneladas métricas. En rigor, no se tienen datos concretos y verificados sobre la potencialidad lítica del salar de Uyuni, porque, a principios de agosto, se iniciaron los trabajos para establecer la cantidad de los minerales no metálicos.
La legítima aspiración boliviana es desarrollar tecnología propia para industrializar el litio. El Gobierno tiene en mente este objetivo para patentar la explotación en el salar de Uyuni.
La fundación Jubileo, perteneciente a la Iglesia, señala que si el proyecto avanza para explotar el litio, no será necesario destruir la plataforma del salar. “Los sistemas de perforación están tan avanzados que un pequeño orificio es suficiente para extraer el mineral”, de acuerdo con sus investigadores.
En esa línea, hace poco, Bolivia y Brasil firmaron un convenio de cooperación científica para investigar el salar de Uyuni, mientras grandes transnacionales, como Sumitomo, Bolloré, Mitsubishi, LG, han ofrecido sus capitales. Todo esto muestra que el proyecto del litio debe ser manejado con la mayor rigurosidad. (Editorial del diario La Razón de LP)
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