El proceso que estamos viviendo por las autonomías departamentales ha dejado al descubierto el alto grado de colonialismo interno que existe en Bolivia. Los enclaves "colonizadores" han presentado en este proceso distintas estrategias de resistencia tratando de bloquear la política de defensa territorial y cultural de las regiones autonómicas.
Podríamos decir que los enclaves venidos de occidente tienen una mentalidad colonizadora que se define por la idea de tomar posición territorial y acaparar tierras dentro de los departamentos a los que han accedido. Son también portadores de una mentalidad andino-centrista, que ahora pretende superponer la nueva nomenclatura de una bandera indigenista, con el objetivo de tomar un nuevo significado debido a la devaluación de la idea de centralismo- colonizador, que se ha puesto en evidencia y que está siendo identificado como factor invasivo, generador de atraso y de violencia social.
Todos los Referéndum por Estatutos autonómicos han enfrentado la resistencia de estos enclaves de colonización interna, dirigida por una clase política que desde la fundación de la República se pronunció en contra del colonialismo externo, pero que se predispuso a favorecer un proyecto que contempló como colonia interna al territorio del oriente del mismo país.
Se podría decir que Bolivia adoptó un proyecto de dominación destinado a subordinar a los departamentos de Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija, regiones en las que el poder político y económico del occidente de Bolivia trasladó enclaves de colonizadores, a fin de que estos se constituyan en ejes de una desestabilización geopolítica y cultural de los departamentos señalados.
Esta es la razón por la que en la realización de los Referéndum y de muchos de los cabildos por autonomía, estos departamentos han tenido que tolerar actos vandálicos: bloqueos de carreteras y actos de violencia a fin de interferir y evitar que estos departamentos concreten una propuesta autonómica, concebida para salir del estado de sujeción y dominio que le impone el colonialismo interno vigente en Bolivia.
Pese a la férrea oposición, finalmente han triunfado las autonomías departamentales, proyecto en franca expansión hacia otros departamentos de occidente que se han sumado a la idea de modernización del Estado, en oposición a la visión centralista, rentista, estatista, que plantea gobiernos que generan prácticas de abusos de poder, evitando adecuados mecanismos de control y contrapesos.
¿Qué más esclavismo que este régimen de colonialismo interno? ¿porqué no se pronuncia contra esta práctica la OEA, a la cabeza de Insulza, que se ha develado como uno de los mayores fomentadores de la violación de los derechos humanos del Siglo XXI y favorecedor de gobiernos que pretenden mantener prácticas esclavistas sobre grandes grupos poblacionales y una gran franja territorial de más de dos tercios del territorio nacional?
No se pueden seguir consintiendo y alentando estas prácticas de avasallamiento, de sometimiento y de esclavismo político-social, que siguen fomentando reductos de colonizadores que plantean el ejercicio de un dominio irrestricto, y hacen uso de prácticas irracionales como el bloqueo de caminos y la violencia en sus diversas manifestaciones.
Estos enclaves tratan de burlar la voluntad de los pueblos que los han recibido, echando mano de prácticas antidemocráticas contra las reivindicaciones de su derecho a salir del vasallaje del Estado central, que se lleva el total de las recaudaciones tributarias del país y las ganancias de los recursos naturales, devolviendo migajas, provocando atropellos, denigración, e innumeros actos de violaciones.
El proyecto autonomista, se ha convertido en la piedra angular de la refundación de Bolivia, en la única vía de sobrevivencia de este Estado, cuya unidad pasa necesariamente por la modernización de los medios de producción, la reforma del estado centralista y la redefinición de la estructura política administrativa hacia un régimen autonómico-federal, que se constituye en la única posibilidad para salir del atraso, que necesariamente deberá pasar por el recambio de la clase política que ha vivido enquistada en el estado, que son causantes del subdesarrollo y que han generado prácticas esclavistas al interior de nuestro país manteniendo en subordinación a departamentos.
Los colonizadores internos son fieles aliados del centralismo, razón por la que rechazan los procesos autonómicos que plantean el principio de autoderminación de los pueblos y la posibilidad de permitir el afianzamiento de culturas que no son sólo las que ha elegido ni identificado el poder dominante.
El proyecto autonomista encarna una visión francamente respetuosa de las diferencias, y se plantea como un freno del actual proyecto centralista-colonizador, que para tener vigencia ha cambiado el ropaje con el que ahora se presentan los aspirantes a amos del Siglo XXI.
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