Humberto Vacaflor Ganam
No se debe mezclar negocios con política. Es algo que el gobierno boliviano tendrá que aprender si sigue ofreciendo a los países vecinos un gas que no existe, pero sólo para impresionar al electorado boliviano.
En este momento, según se sabe a pesar del hermetismo en que han sido encerradas las informaciones sobre el gas, la producción llega a solamente 47,40 millones m3/d, con lo que se debe atender la demanda de Brasil, 24 millones por lo menos, de Argentina, 19,9 millones y de Bolivia 14 millones, lo que suma 58 millones m3/d. Hay un déficit de 12 millones m3/d.
Y eso lo saben argentinos y brasileños, que han optado por tomar previsiones para asegurarse la provisión de gas natural procedente de otras latitudes.
Quien no lo entiende es el gobierno boliviano, que ha optado por seguir haciendo lo único que sabe hacer: propaganda. Ofrece a Paraguay construir un gasoducto para exportar el gas que ese país necesite, pero en realidad lo hace no para impresionar a los paraguayos, sino a los bolivianos, que deben votar a fin de año por unos jueces que serán tanto o más malos que los actuales, pero que deben atender la exigencia del presidente de habilitarlo como candidato, otra vez, en 2019.
El presidente-candidato sabe que no puede someterse a la vergüenza de otro referéndum, porque sus encuestas le garantizan una derrota de 30-70. Entonces, ha decidido ir directamente a las elecciones, donde las cifras son más manejables. No habrá “voto calificado”, como antes de 1952, pero hay “voto ponderado”, por el cual la elección garantiza el triunfo del candidato del gobierno, como se hace en Venezuela, donde se inventó este sistema electoral por el cual los pueblos terminan teniendo gobiernos detestables, y asesinos.
El “voto ponderado” no funciona en un referéndum, donde cada ciudadano es un voto, por lo que debe ser descartado. En la elección, usando ese recurso y el manejo del TSE, se pueden hacer filigranas.
Para esas filigranas se necesita el gas, porque hay que dar la impresión de que las cosas están bien, y que la economía no está con respiración artificial, a pesar de que la “reingeniería” de las empresas estatales anuncia una tormenta de despidos.
Ahora se verá, otra vez, que no se debe mezclar negocios con política.
Fuente: Vacaflor.obolog.com
No se debe mezclar negocios con política. Es algo que el gobierno boliviano tendrá que aprender si sigue ofreciendo a los países vecinos un gas que no existe, pero sólo para impresionar al electorado boliviano.
En este momento, según se sabe a pesar del hermetismo en que han sido encerradas las informaciones sobre el gas, la producción llega a solamente 47,40 millones m3/d, con lo que se debe atender la demanda de Brasil, 24 millones por lo menos, de Argentina, 19,9 millones y de Bolivia 14 millones, lo que suma 58 millones m3/d. Hay un déficit de 12 millones m3/d.
Y eso lo saben argentinos y brasileños, que han optado por tomar previsiones para asegurarse la provisión de gas natural procedente de otras latitudes.
Quien no lo entiende es el gobierno boliviano, que ha optado por seguir haciendo lo único que sabe hacer: propaganda. Ofrece a Paraguay construir un gasoducto para exportar el gas que ese país necesite, pero en realidad lo hace no para impresionar a los paraguayos, sino a los bolivianos, que deben votar a fin de año por unos jueces que serán tanto o más malos que los actuales, pero que deben atender la exigencia del presidente de habilitarlo como candidato, otra vez, en 2019.
El presidente-candidato sabe que no puede someterse a la vergüenza de otro referéndum, porque sus encuestas le garantizan una derrota de 30-70. Entonces, ha decidido ir directamente a las elecciones, donde las cifras son más manejables. No habrá “voto calificado”, como antes de 1952, pero hay “voto ponderado”, por el cual la elección garantiza el triunfo del candidato del gobierno, como se hace en Venezuela, donde se inventó este sistema electoral por el cual los pueblos terminan teniendo gobiernos detestables, y asesinos.
El “voto ponderado” no funciona en un referéndum, donde cada ciudadano es un voto, por lo que debe ser descartado. En la elección, usando ese recurso y el manejo del TSE, se pueden hacer filigranas.
Para esas filigranas se necesita el gas, porque hay que dar la impresión de que las cosas están bien, y que la economía no está con respiración artificial, a pesar de que la “reingeniería” de las empresas estatales anuncia una tormenta de despidos.
Ahora se verá, otra vez, que no se debe mezclar negocios con política.
Fuente: Vacaflor.obolog.com